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La cama de Franco

El Hotel Madrid conserva intacta la habitación donde durmió el dictador la noche anterior al levantamiento contra la República

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La cama de Franco en el Hotel Madrid de Las Palmas de Gran Canaria José Carlos Guerra

Las maderas de la cama se mantienen en pie pese a esos 85 años de saltos sobre los colchones y el cuarto del que salió Francisco Franco para encabezar el golpe de estado contra la II República es el más solicitado por los huéspedes del histórico alojamiento de la capital grancanaria.

Paco Yanes, actual propietario y antiguo trabajador en el hotel de su familia, recuerda que en algún momento de la década de 1980 descubrieron que presumir de que Franco había dormido allí la noche anterior al levantamiento del año 36 era «un auténtico filón» publicitario para el Hotel Madrid, aunque también ha dado lugar a malentendidos y disgustos porque algunos han pensado que se hace apología del franquismo.

Nada más lejos de la realidad, asegura el dueño. «Ni siquiera hay una placa que recuerde la estancia del militar. Solo una foto junto a la de otros huéspedes ilustres. Bueno, y un grafiti en el baño del bar. Emulando al ‘aquí oró Colón’ del vecino museo dedicado al navegante, alguien escribió ‘aquí meó Franco’», comenta divertido.

Cuando su padre compró el hotel era un nido de bohemios, la gente «más extravagante y rarita de la ciudad». Sus clientes habituales eran pintores, fotógrafos, músicos o periodistas noctámbulos, que vivían allí o se veían obligados a dormir porque perdían el último transporte hacia sus casas. Un conocido artista robaba jamones al pasar por el bar y los colgaba de las lámparas de su cuarto.

De natural dicharachero, Paco Yanes puede estar horas contado anécdotas sobre la habitación número 3 y de las personas que han estado en ella, unas para dormir en la misma cama del caudillo y otras por la curiosidad histórica o morbo. Tanto nostálgicos del régimen como enemigos declarados.

Cuando Franco recaló en el Hotel Madrid pertenecía a Vicente Moreno Pérez, que unos años antes había comprado la cafetería de la planta baja del edificio y luego abrió la fonda en los dos primeros pisos. Se guarda la ficha de entrada al establecimiento, pero sobre lo que ocurrió después hay varias versiones y leyendas. «Se dice que si mandó matar a Balmes para venir al funeral o que si lo estaban esperando para detenerlo, pero me fío de la que me contó mi padre, que decía que, como la habitación era exterior, dejó colgado el gabán en el balcón para que se viera desde el Gabinete Literario, desde donde lo vigilaban, y se escabulló para poder moverse de noche por Las Palmas», añade.

Julián Yanes Leal, el padre, compró el bar en 1963 y años después adquirió el hotel y el resto del edificio al segundo propietario, Santiago de Armas. Los negocios están ahora cedidos a empresas del sector, pero la cafetería y la primera planta mantiene el mobiliario antiguo. Aparte de la cama, la habitación conserva dos mesitas de noche, una cómoda y un espejo.

Cuando la familia Yanes empezó a explotar ese hecho histórico no se imaginaba el aluvión de peticiones para pernoctar o simplemente ver la cama desde la puerta cuando no hay huéspedes dentro. Hay turistas que siempre la piden cuando vienen a Gran Canaria e incluso se ha puesto de moda entre la comunidad LGTBI. Y se ha dado el caso contrario, de personas que han reservado una cama y al enterarse de que allí había de dormido Franco han pedido otra habitación y hasta otro hotel.

Reacciones

El actual confiesa que siempre le gustado jugar con las reacciones de las personas en función de su ideología. Así, cuando llega gente de derechas las lleva al Salón Rojo, mientras que si son de izquierdas la misma estancia pasa a llamarse Sala Francisco Franco. En esta última se fraguó uno de los pactos entre partidos de izquierda que dieron origen a Podemos y la clientela, en general, es de tendencia progresista, lo que ha dado lugar a escenas de películas de Berlanga.

A finales de los años 80 era el alojamiento preferido de los que se inscribían como Padre Bonifacio, distintos sacerdotes de alguna excisión de la iglesia católica, tal vez del Palmar de Troya, que venían a la isla en misión «de hacer caja». Vestidos con sotana y demás indumentaria religiosa decimonónica, llegaban acompañados de algún joven que se arrodillaba para besarle la mano en la misma puerta del bar, ante la atónita mirada de los clientes. Al pagar, sacaban el dinero de los sobres de la recaudación entre sus seguidores locales.

Como no todo el mundo tiene sentido del humor, Paco, su hermano Vladimir, y los trabajadores del Madrid también han tenido que soportar insultos como ‘facha’ o ‘fascista’. En una ocasión robaron la foto de Franco de la pared y al día siguiente apareció una nota pidiendo un rescate. Una broma de los asiduos republicanos. Se la devolvieron a cambio de prometerles que no la colgaría más. En su lugar puso una de Federico Jiménez Losantos y los mismos que ‘secuestraron’ el retrato de Franco le pidieron que lo volviera a poner en vez de la del periodista. Entre los personajes que han pedido ver la cama de Franco, el propietario se siente especialmente orgulloso de las visitas de los socialistas Pascual Maragall y José Bono y del historiador británico Ian Gibson.

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