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El oro olímpico impulsa la escalada

Aumenta de forma considerable el número de grancanarios que se apuntan a los rocódromos

Una imagen del rocódromo de Juan Pablo II en Las Palmas de Gran Canaria. Norbe Cabrera

La escalada se ha convertido en el deporte de moda tras el oro olímpico español. El coordinador de la sala Tagorock, Norbe Cabrera, reconoce que la demanda se ha disparado en sólo una semana. 

El interés de los grancanarios por practicar la escalada, en los diferentes rocódromos de la Isla, aumenta de una forma espectacular. Esto se explica de manera bastante sencilla ya que este año la escalada se ha convertido por primera vez en deporte olímpico, a lo que habría que sumar el hecho de que un español, el extremeño Alberto Ginés, haya alcanzado el oro en la modalidad de escalada deportiva.

Así lo explica Norbe Cabrera, coordinador de la Escuela Tagorock de Escalada, situado en la calle Covadonga 20 de la capital grancanaria, y pionera en esta afición en las Islas. «Todo esto se empieza a notar a nivel deportivo porque vemos familias enteras interesadas en practicarlo tras ver lo espectacular que fue en las olimpiadas». Pero a nivel institucional también se va a notar un avance en un corto plazo porque «se va a producir una mejora de las instalaciones» cuando desde la administración se den cuenta de esto.

Los instructores, Janoc Santana y Norbe Cabrera, dan indicaciones a los jóvenes alumnos mientras estos practican la escalada. Andrés Cruz

Y es que, para este experto escalador, «quieras o no, una medalla de oro, a nivel deportivo, sin ningún precedente hasta el momento, influye positivamente» ya que es una hazaña que tiene el encanto de la primera vez, a lo que se une el hecho de que a la gente le haya llamado mucho la atención observar «cómo se desarrolla esta modalidad de competición» que resulta más compleja de lo que algunos imaginaban. Cabrera añade que, por otra parte, es obvio que ha atraído a un tipo de persona especial ya que la escalada es como una alternativa al deporte más común «con una serie de valores» sobre la unión con la naturaleza ya que, aparte de los rocódromos que hay en los parques, también se puede practicar en el medio rural o en los espacios naturales.

Instalaciones

En cuanto a las instalaciones que existen en las Islas hay que diferenciar tres tipos diferentes. Por un lado aquellas que gestionan los ayuntamientos y que pueden estar ubicados en los parques de las ciudades, siendo Las Palmas de Gran Canaria el que más tiene de uso libre en la isla, unas instalaciones para que el usuario pueda utilizarlas libremente. «En estos casos hace falta una mayor normativa que los regule, con la presencia de un especialista y con un vallado perimetral, porque ha habido accidentes con consecuencias serias», aclara. De este tipo de rocódromos destacan los situados en el parque de Las Rehoyas, el parque Romano -que fue el primero que se instaló en Canarias creado en 1998- y el parque Juan Pablo II -que es la mejor instalación que hay en España al aire libre-. En segundo lugar, hay que señalar las salas especializadas de escalada a nivel empresarial, que están gestionadas por técnicos profesionales y que cada vez van aumentando. De este tipo actualmente hay dos que tienen al frente a técnicos de escalada, como son Tagorock y La Sala. Y en tercer lugar hay que añadir un club de escalada como el de San Bartolomé de Tirajana.

«Me pareció inteligente el formato de las olimpiadas al obligar al escalador a practicar las tres disciplinas»

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En Gran Canaria existe actualmente entre 300 y 400 escaladores fijos, gente que tiene una planificación, que quieren mejorar, y se trasladan los fines de semana a zonas de roca. Las preferidas son las de Ayacata «con un terreno más de aventura» y Tamadaba, «con itinerarios más cortos y deportivos y hermosas vistas de los acantilados». También hay que destacar la zona de Ayagaures y Santa Lucía o la misma presa de Fataga. Tagorock fue pionera en esta iniciativa hace diez años para que los niños, que hoy ya son adultos, pudieran iniciarse y pudieran seguir practicando dicho deporte. «Emprendí en algo que me motivara y por eso abrí la empresa, pensando en algo que me ilusionara a nivel personal y profesional y hemos sobrevivido a la pandemia». Actualmente esta escuela tienen una media de 150 socios, y se ha especializado en las clases dirigidas por tres profesionales. «El boom real se ha producido durante este mes de agosto, que es cuando se celebraron los Juegos, pero este es un mes extraño en el que no hay tanto movimiento porque todo el mundo está en campos de trabajo o pasando sus vacaciones en la playa».

A todo esto habría que unir el que muchos usuarios de los rocódromos, aprovechando que tienen el día libre, van a las zonas de los parques en los que hay instalaciones. «Por tanto», señala Cabrera, «no tenemos un incremento en cifras, pero sí que hemos recibido información nueva de familias enteras que nos escriben y nos llaman por teléfono preguntándonos qué va a pasar a partir de septiembre. Nos piden horarios e información de la escuela». Por este motivo, el verdadero boom, señala el escalador, se producirá en el próximo mes de septiembre. Norbe avisa de que la escalada es, sin duda, un deporte de riesgo. «Estamos escalando con una cuerda, en altura, por lo que requiere mucha atención, formación y mucho cuidado con las personas con las que lo practicamos», subraya.

Norbe Cabrera sujeta los arneses de una alumna. Andrés Cruz

Además, se trata de riesgo de muerte. «Vamos a hablar claro», afirma el experto. «Creo que se ha banalizado mucho el incipiente crecimiento de la escalada, y se toma muy a la ligera su práctica, pero estamos trabajando desde altura y el riesgo es evidente». Y, más concretamente, se refiere a los rocódromos al aire libre en los que no existe un experto que controle y vigile a los deportistas. Y es que «para evitar que ocurra algún percance estamos los profesionales que vemos con diez mil ojos, cuidamos de las personas y del material que utilizamos y formamos deportistas en la seguridad más absoluta». Esto no impide que se puedan producir tragedias como la que hubo a principios de año en Las Cañadas, donde murieron dos deportistas amantes de la escalada en roca, a causa de un desprendimiento. «No deja de haber dos personas practicando el deporte, siendo una la que te asegura y te va dando cuerda para que puedas subir, con lo cual requiere unos conocimientos muy precisos». Norbe avisa que «esto no es como comprar dos raquetas de ping pong y ‘vámonos a jugar’, sino que requiere de una formación y un equipo adecuado y preciso.

«Es necesario que se regulen mejor las instalaciones al aire libre que deben contar con profesionales»

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Pero el porcentaje de accidentes es mínimo por el momento. Y, por este motivo, la formación técnica es la prioridad, por encima de la deportiva. «Cada vez se inician más niños, por lo que es importante que no haya descuidos». Y no hay límite de edad. «Sé de gente con ochenta y largos escalando tan tranquilos con su mochila con la misma ilusión que un adolescente de 15 años». Incluso viene bien para los que tengan problemas de depresión «porque mientras escalas tienes la cabeza limpia, te conectas única y exclusivamente a lo que estás haciendo», aclara el experto. Por eso, para el empresario «la escalada es como mi yoga, mi unión con el medio».

Tras el covid, Tagorock ha tenido que reestructurar las clases trabajando con una ratio de nueve alumnos por profesor. El rocódromo está adaptado a cualquier nivel, para todo tipo de personas, incluso con carencias físicas como es la modalidad búlder que no necesita cuerda, el deportista está protegido con colchonetas y en vez de desplazamiento vertical hace desplazamientos laterales.

La escalada hizo su debut Olímpico en Tokio 2020 y contó con tres disciplinas: velocidad, búlder -o escalada en bloque- y lead -o dificultad-. La escalada de velocidad, que es la más atractiva a nivel visual, enfrenta a dos escaladores en una pared de 15 metros. En búlder, los atletas escalan un número determinado de vías fijas en un tiempo específico. Y en dificultad, los deportistas intentan escalar una ruta en una pared de más de 15 metros de altura dentro de un tiempo determinado. La clasificación se determinó multiplicando los puntos de cada una de las posiciones de las tres pruebas. «Me parece un formato bastante inteligente», señala el escalador, «porque eso va a obligar a los escaladores a que practiquen las tres disciplinas y el público va a ver un espectáculo más emocionante».

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