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Aquellos canarios de Lepanto

La Armada rinde homenaje a los caídos en la batalla de 1571 contra el Imperio Otomano | Un grupo de soldados isleños participó en la contienda

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Aniversario de la batalla de Lepanto José Carlos Guerra

Eran del Valle de Guerra, en la localidad tinerfeña de La Laguna, pero acabaron a miles de kilómetros de Canarias protagonizando una de las mayores batallas navales de la historia, la que enfrentó a la Liga Santa encabezada por España y Venecia con el Imperio Otomano el 7 de octubre de 1571 en aguas del golfo de Lepanto. Cuatro siglos y medio después, su contribución sigue muy presente entre las tropas de la Armada en el Archipiélago, que no quisieron olvidarlos durante la conmemoración del aniversario celebrada este jueves por la mañana en Las Palmas de Gran Canaria.

El contralmirante Lago Ochoa recalcó el aporte de los soldados isleños y de su capitán, Francisco Díaz Pimienta

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«Muchos soldados canarios tomaron parte en la batalla», recalcó el almirante del Mando Naval de Canarias, José Lago Ochoa, durante el discurso que ofreció en los jardines del cuartel general de la plaza de la Feria. Entre ellos también destacó la figura de Francisco Díaz Pimienta, el capitán palmero que se encontraba al frente de este grupo de isleños y que a su regreso a las Islas ordenó levantar una ermita en Barlovento «en agradecimiento a la Virgen del Rosario en su ayuda intangible en la consecución de la victoria».

El contralmirante Lago Ochoa repasó durante su alocución el contexto histórico de la batalla, con una corona que debía atender a sus «dos grandes frentes de batalla». Por un lado, el de Flandes, donde «se estaba tratando de combatir la rebelión de los protestantes en la denominada Guerra de los 80 años», y por otro, el del Mediterráneo oriental, «donde el Imperio Otomano estaba teniendo una expansión muy preocupante».

Aquellos canarios de Lepanto

Esta zona, continuó Lago Ochoa, estaba dominada por la marina turca, cuya presencia suponía un peligro para los territorios españoles de la región porque «con el apoyo de los berberiscos del norte de África realizaban frecuentes expediciones de saqueo». La derrota de Chipre, que por entonces se encontraba bajo el paraguas de la República Veneciana, impulsó en mayo de 1571 la creación de la denominada Liga Santa, que reunía a los reinos gobernados por Felipe II -España, Nápoles o Sicilia, entre otros- junto a Venecia, los Estados Pontificios y varios armadores privados. Esta alianza supuso el germen de la colaboración entre armadas que cristalizó meses más tarde en aguas de la actual Grecia.

Más de 200 barcos del Imperio Otomano acabaron apresados o en el fondo del mar hace 450 años

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Fueron 215 las galeras que logró reunir la Liga Santa. Eran menos que las otomanas, pero mejor dotadas y con soldados «bien adiestrados y mejor armados que los turcos», según Lago Ochoa. Las Compañías Viejas del mar de Nápoles, germen de la Infantería de Marina, habían sido constituidas tres décadas antes, y Felipe II había vinculado en 1556 algunos tercios de infantería en las escuadras de galera para combatir por tierra y por mar.

La batalla fue de tal envergadura que más de 200 barcos turcos acabaron apresados o en el fondo del mar, y unos 12.000 galeotes cristianos pudieron ser liberados, aunque las consecuencias fueron mucho más allá del destino personal de sus protagonistas. Lepanto reconfiguró el reparto de fuerzas en el Mediterráneo -«De no haberse producido la victoria, es posible que el Imperio Otomano se hubiera extendido a Italia y España», valoró el almirante del Mando Naval de Canarias- y encumbró a figuras que pasaron a formar parte de la historia de España, como Álvaro de Bazán. La batalla se convirtió también en una gesta literaria: además de Miguel de Cervantes, que quedó con un brazo inutilizado tras la contienda, sirvió como base para escritos de autores como Lope de Vega.

Ofrenda floral

El acto de este jueves, al que acudieron entre otras autoridades la subdelegada del Gobierno en Las Palmas, Teresa Mayans, y el presidente de la Audiencia de Las Palmas, Emilio Moya, se completó con una ofrenda floral, un responso y la interpretación de los himnos de España y la Armada. Antes de concluir, el contralmirante también tuvo un recuerdo para la población de La Palma, a quienes mostró su solidaridad por el volcán. «Es un acontecimiento histórico cuyo alcance aún está por determinar», reconoció, «pero gracias al excelente trabajo de todos los implicados en la gestión de la emergencia no ha ocasionado víctimas».

Lago Ochoa aseguró que no se escatimarán esfuerzos para apoyar a los palmeros y se mostró convencido de que la Isla saldrá adelante por el mismo motivo por el que se logró la victoria en Lepanto: «España es una nación grande y solidaria y sabemos sobreponernos a los reveses como tantas veces lo hemos hecho en la historia».

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