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Obituario

Adiós a Alberto Trujillo, empresario turístico e influyente importador

El comerciante trajo a las Islas las pilas Berec y marcas como Nenuco, Palmolive y Colgate

Alberto Trujillo Angulo. La Provincia

Le faltaban dos meses para ser centenario y disfrutaba de la vida sin ningún problema serio de salud cuando un infarto truncó su existencia en un minuto el pasado jueves. Alberto Trujillo Angulo (Cuba, 1922) fue pionero del negocio importador en las Islas y en el norte de África y durante los últimos veinte años de su vida diversificó su actividad empresarial y se dedicó a la industria turística. Uno de sus nueve hijos, el escenógrafo y conocido diseñador de tantos escenarios del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria, recuerda a su padre como la personificación de la honradez, la honestidad y la entrega. «Fue un señor que trabajó toda su vida y nos enseñó el amor a la familia y el respeto a todas las personas de cualquier clase. Fue un trabajador infatigable», asegura.

Aunque nació en Cuba, Trujillo Angulo, o don Alberto como le llamaban los que le conocían, vino a Las Palmas de Gran Canaria con once años, cuando sus padres decidieron volver a la isla porque los negocios no iban bien en la ínsula caribeña. Su madre, doña Elvira Angulo, montó su negocio comercial y el joven Alberto siguió su estela y la de sus antepasados, creadores de las primeros bazares y las tiendas de ropa que se fundaron en el Puerto.

Con el tiempo creó la empresa Alberto Trujillo Angulo (DIATA), con la que introdujo en Canarias muchísimos productos procedentes de países europeos y Estados Unidos. Fue uno de los distribuidores más importantes de las islas. Entre las marcas que trajo figuran las pilas Berec, aquellas baterías inglesas de color azul que no eran alcalinas ni recargables pero proporcionaron la energía suficiente a los aparatos de radio y linternas de todos los hogares canarios en los años setenta y ochenta. Los más viejos recordarán su lema publicitario: «la pila que dura y dura y realmente perdura». También distribuyó las marcas Nenuco, Palmolive, Colgate; las primeras toallitas húmedas, las Wet one; el insecticida Versolín, y el corned beef Safra. Comerció sobre todo con Alemania y también con Inglaterra, Italia y Francia y también trajo los primeros productos procedentes de China y Japón. Su negocio distribuidor se extendió a todas las islas y también al norte de África.

Cuando aparecieron las grandes superficies y el negocio de la distribución empezó a perder peso, Trujillo Angulo se dedicó al sector turístico y creó, junto con sus hijos, el grupo Trujillo Castellanos S.L., que gestiona los apartamentos Don Diego, Dorotea, Rocamar y Tamanaco en el sur de Gran Canaria y el hotel Doña Luisa, que comenzó su andadura en 2015 en la capital grancanaria. El nombre del hotel fue un homenaje a la madre de la familia Trujillo, doña Luisa Castellano, que en estos momentos trata de asimilar la desaparición de su esposo. «Fue muy conocido por su caballerosidad. Todo el mundo habla de él como el señor y caballero que fue siempre. Ese hombre de palabra que decía que su palabra valía más que su firma y era así», resalta su hijo Alberto, quien se muestra emocionado por la gran cantidad de personas que han acudido a darle su último adiós al tanatorio San Miguel, donde en la tarde de ayer incineraron sus restos. «Sobre todo», subraya, «fue un hombre bueno. Todo el mundo le quería, sobre todo sus empleados, porque él los respetó a todos siempre. Fue un hombre ejemplar».

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