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Iglesia de Los DoloresJuan Carlos Castro

Urbanismo apuesta por proteger la iglesia y la torre de Los Dolores

Considera que tiene valores arquitectónicos suficientes para ello v Doreste está dispuesto a subvencionar el arreglo de la torre si el Cabildo colabora también

La iglesia y su torre de Nuestra Señora de Los Dolores, en Schamann, tiene valores arquitectónicos suficientes para ser protegida, lo que además le permitiría acceder a líneas de financiación que permitirían su conservación y mantenimiento. 

La obra del arquitecto Joan Margarit Serradell, los murales de Jesús Arencibia y las esculturas de Juan Márquez y Abraham Cárdenesson elementos más que suficientes para catalogar el inmueble.

Así lo ha asegurado el concejal de Urbanismo Javier Doreste, quien expresó la disposición de su departamento a participar en la financiación del arreglo de la torre, que se está cayendo, siempre y cuando el Cabildo de Gran Canaria participe en un convenio a tres bandas con la Diócesis de Canarias.

Desde el departamento de Patrimonio Histórico del Cabildo de Gran Canaria aseguran que hay conversaciones sobre la concesión de una posible subvención y la firma de un convenio, pero señalan que «no hay nada cerrado».

En concreto, el Ayuntamiento está dispuesto a financiar una tercera parte de los más de 300.000 euros que cuesta la obra, según las estimaciones iniciales, aunque no estará en disposición de poner esos 100.000 euros hasta 2023.

«Ellos podrían empezar la obra con la subvención del Cabildo y el Ayuntamiento puede aportar su parte en 2023. Incluso yo diría que el Gobierno autónomo también debería participar», sostuvo el edil, quien añadió que «la iglesia tiene importantes valores arquitectónicos y además el inmueble es un símbolo para la gente de Schamann y sería absurdo que mi ateísmo me impidiera colaborar en la conservación» del inmueble.

Subvenciones

El Obispado, que ha asegurado que carece de dinero para afrontar el arreglo de la torre, ha planteado su interés por que el edificio obtenga la protección, basándose en la relevancia de su arquitectura y las obras de arte que alberga y porque ello le facilitaría acogerse a la línea de subvenciones para las obras religiosas protegidas que tiene la institución insular.

Mientras las instituciones se ponen de acuerdo en torno a la financiación de la torre, que ha tenido que ser rodeada por un muro perimetral para sortear el peligro de la caída de cascotes, la Diócesis se enfrenta a una sanción de diez multas coercitivas mensuales por un importe total de 12.280,2 euros si no rehabilita la torre o elimina el riesgo que su deterioro produce.

Según Doreste, las sanciones están suspendidas, desde el pasado mes de enero, que el Obispado pidió la licencia para reparar la torre. «Al pedir la licencia, la sanción queda suspendida. Se le concedió la licencia y si en un plazo de tres meses no empiezan la obra se reactivan las sanciones», explicó el edil, quien aseguró que no se pueden retirar las multas porque se trata de un «expediente reglado. Sólo se pueden quitar si corrige lo que está mal». Así lo planteó la semana pasada durante la comisión de pleno de Desarrollo Sostenible, en la que el Partido Popular (PP) planteó una moción en la que pidió que se le retiraran las multas impuestas a la Diócesis y que participara en la financiación de la rehabilitación. Al final se aprobó una moción modificada en la que el gobierno municipal se comprometió a participar en la financiación de la reforma.

El expediente contra la diócesis se inició en 2017, cuando técnicos del Ayuntamiento detectaron el mal estado en que se encontraba la torre, que se está desmoronando debido al pésimo estado del hormigón y el resto de materiales con el que se construyó hace más de 60 años. «A raíz de la inspección realizada se les empezó a advertir y a partir de que ellos no hacen nada se les imponen en diciembre de 2021 las multas coercitivas para que aseguren la zona y reparen la torre», explicó.

Durante la reunión que mantuvo con el representante de la Diócesis, Doreste le propuso que hiciera un informe técnico para dejar claro qué es lo que se quiere proteger y lo que no, de cara a no impedir futuras reformas en el interior de la iglesia.

El templo de Los Dolores fue construido en 1959 por el arquitecto catalán Joan Margarit Serradell, que trabajó durante esa década como arquitecto del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Cuando arrancaron las obras de la iglesia, Schamann estaba iniciando su expansión y la obra fue muy vanguardista para la época, tanto por la torre en un volumen aparte como por la estructura del templo, con paredes onduladas que simulan las olas y un techo en forma de quilla de barco. Desde la torre se divisaba entonces buena parte de la bahía de Las Palmas, parte de cuya vista ha sido tapada por los altos edificios que se construyeron posteriormente.

Margarit Serradell diseñó una alta torre de más de 30 metros separada de la iglesia, a la que está unida con una especie de arco. El arquitecto, que también diseñó el Mercado Central de Alcaravaneras, quiso levantar una torre con la pila bautismal en su planta baja, al estilo de los antiguos baptisterios de Pisa o de Siena, cuya función era acoger la ceremonia del bautizo de los nuevos cristianos, quienes tras recibir el sacramento entraban en el templo.

Eloy Santiago, delegado episcopal para Asuntos Económicos y Relaciones Institucionales de la Diócesis de Canarias, explica que en un principio los vecinos de Schamann se bautizaban en el baptisterio instalado en la planta baja de la torre.

«Después se dejó de usar y se trasladó el baptisterio al interior de la iglesia, se supone que porque carecía de espacio suficiente para tanta gente».

Desde entonces, añade, la torre quedó con dos locales que podían ser utilizados como trastero y una escalera interior que permitía subir las cinco plantas hasta el campanario, donde se instaló una cruz. Yes que otra de las funciones de la torre era la de albergar las campanas, que están silenciadas desde hace varios años porque un vecino se quejó por la contaminación acústica y se optó por desactivarlas.

Las palomas

En la actualidad sólo pueden acceder a la torre las palomas, que se cuelan por los agujeros y también han contribuido a aumentar el deterioro de la torre, que en el pasado sufrió varios incendios.

Además de su diseño arquitectónico la iglesia alberga un buen puñado de obras de arte, entre ellas un gran mural de Jesús Arencibia que quedó ocultó en parte, durante la reforma interior del templo que se llevó a cabo a principios de siglo. La reforma, que fue sufragada por los feligreses, ocultó el Espíritu Santo con el que el artista de Tamaraceite quiso rematar la escena del Pentecostés en el altar mayor. La paloma quedó escondida por el nuevo techo que se instaló para eliminar las humedades y la carcoma.

Además de la pintura de Jesús Arencibia, en el interior del templo hay esculturas de Abraham Cárdenes y unas tallas de Juan Márquez Peñate, que se instalaron en el exterior de la iglesia.

Eloy Santiago ya expresó hace una semana el interés de la Diócesis de Canarias en proteger el inmueble. «Se trata de una arquitectura que tiene su relevancia y que requiere de una protección y un cuidado no sólo por parte de la propiedad sino de las instituciones, por el valor arquitectónico que tiene. Y en este valor se incluye la torre. En la época se implicaron muchos artistas en la creación del templo. La vidriera tiene también un valor considerable. Es un tema de patrimonio cultural, de arquitectura moderna, de cultura y arte». «La torre», subrayó, «es además un símbolo para la gente de Schamann».

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