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Honores y distinciones Isabel Prinz Actriz y presentadora

Isabel Prinz: «Nací en Venezuela, pero al final eres de dónde el corazón te lleve»

«En el 89 me llamaron para ser la primera presentadora de Telemadrid, pensé que era una inocentada»

La actriz y presentadora Isabel Prinz. LP/DLP

Nació en Venezuela, pasó su juventud en Las Palmas de Gran Canaria y con poco más de 20 años se afincó en Madrid. Isabel Prinz se convirtió en 1989 en la primera presentadora de Telemadrid y mantuvo una relación laboral de seis años, un periodo en el que llegó incluso a presentar las campanadas. Con el tiempo ha salido en cine y teatro; ahora será nombrada el 23 de junio hija de adoptiva de la capital grancanaria.

Hija Adoptiva de Las Palmas de Gran Canaria.

Confieso que cuando me llamó el alcalde pensé por un momento que era una inocentada. Dije ya está, la Televisión Canaria me está jugando una broma, qué bien está imitada la voz de Hidalgo; se lo comentó y se rió mucho. Ese día estuve llorando como una magdalena. Las emociones.

¿Cuándo llegó a la capital grancanaria?

Mis padres son canariones. Mi madre de las Alcaravaneras, mi padre de Las Canteras. Mi abuelo materno pertenecía a la Fred Olsen, y el paterno fundó la famosa Academia Prinz en la calle Sagasta. Allí estudió mucha gente taquigrafía, perito mercantil, contabilidad. Nací en Venezuela, la octava isla, aunque hoy habría que llamarla la novena. Como tantos canarios mis padres se fueron en los años 50. Y ya cuando tenía 10 años se volvieron para acá, se vinieron de arrancada como se dice. Por eso soy adoptiva. Al final eres de donde el corazón te lleve.

Ha desarrollado su carrera profesional en el mundo de la interpretación y hasta ha trabajado junto a figuras destacadas como Ridley Scott o Fernando Fernán Gómez. ¿Cómo llegó al mundo de la interpretación?

Estaba viviendo en Madrid con veintitantos años y estudié con la gran Cristina Rota y gente muy interesante.

¿De Gran Canaria dio el salto a Madrid?

Tengo muchos años [se ríe], viví en Alemania; bueno, primero estudié en el Colegio Alemán de Las Palmas. También estudié inglés con una familia americana en Estados Unidos. Cuando volví a España, trabajé en Madrid y ahí se me metió la venita del teatro.

¿El acento canario le supuso un obstáculo?

Tuve un gran hándicap, porque el acento canario no tenía cabida allá en ese entonces, me dijeron en una productora que con ese acento no iba a ninguna parte. Ahí dije se acabó, me busqué la mejor profesora de voz y que tratara los acentos, Concha Doñate, catedrática de la Real Escuela Superior de Arte Dramático. Me apunté a clases particulares y fue muy lista, me dijo "te voy a enseñar a usar los dos acentos ¡tú no vas a perder tu acento canario! ¿Quién dice que tienes que perderlo? Te voy a enseñar como se habla aquí en la meseta, pero vas a mantener tu esencia". Mi madre me amenazaba, me decía por teléfono "¡como vengas con ese acento godo, te desheredo!" [risas]. Le decía que quería ser autónoma y no depender de nadie. Al principio me decían cuando volvía la godita, pero a los pocos días pillaba mi música. Sigo hablando con mi acento canario y a mucha honra.

Después de estas clases vocales llegaron los primeros trabajos.

En el 89 hice unas pruebas para Telemadrid y me llamaron para ser la primera presentadora de la cadena; entonces ya existían las cámaras ocultas y pensé que era una inocentada. Estaba en casa de mi madre y me dijeron que tenía que estar en tal día, les dije que no podía porque tenía billete para otro día y había que pagar el cambio. Me dijeron entonces "pero Isabel, esto es un contrato de seis meses prorrogable". Y tanto, como que duré allí seis años. Dije corriendo sí, sí compro otro. Allí mi jefe fue Pedro Erquicia; trabajé también con Fermín Bocos. Estaban por allí Hilario Pino, Vicente Vallés, Marta Robles, una camada que cuando nos encontramos nos damos grandes abrazos. Fue algo único, todas las cadenas imitaron después a Telemadrid. Fue algo rompedor lo que hacíamos. Fui locutora, presenté las campanadas de Fin de Año desde la Puerta del Sol, hacía programas de viajes y gastronomía, presentaba el tiempo, siempre intentaba meter alguna coletilla sobre Canarias. Fueron una maravilla esos años.

Pero su carrera no se quedó en Telemadrid.

Después de eso me llamaron de Telecinco. Estuve tres años en la serie Todos los hombres sois iguales. Me llamaban para otras películas, series, teatro, he presentado muchísimos eventos y galas. También hice radio, algo que me encantaría volver a hacer. Con el tiempo me llamó Manuel Campo Vidal. Una magnífica persona, brillante. Él tiene el instituto de comunicación empresarial y me fichó para dar clases de voz, miedo escénico, proyección. Dar consejos a quien quiere aprender a hablar en público. 

Saber idiomas también le ha abierto puertas. 

Como sé idiomas he trabajado como coach de voz; recientemente participé en la serie Jaguar de Netflix, en la que trabajaban actores alemanes a los que había que enseñarles a hablar e interpretar en español y al contrario.

¿Tiene algo entre manos en estos momentos?

Ahora estoy con una serie inglesa que se está rodando en inglés en Tenerife, estuvimos en mayo trabajando y volvemos al rodaje en julio. Además, estamos con una obra de teatro que se llama Galdós en los infiernos. Es una comedia divertidísima; el autor es Gallud Jardiel, nieto de Enrique Jardiel Poncela, una persona que te hace pensar y tiene gracia. Estamos de gira en estos momentos.

¿Qué significa para usted la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria?

Es la ciudad a donde el corazón me llevó. Justo, en la presentación de mi libro hablé con acento canario e invité a mi profesora vocal, Concha Doñate, y recordó aquello que me dijo en su día de ‘vas a tener dos acentos y mantener tu esencia’. Así ha sido.

Y ahora este reconocimiento.

Sí. Además, recientemente presenté mi autobiografía entorno al arte. Lo presentamos en el Teatro de la Comedia de Madrid y fue una experiencia muy bonita. Lleva por título Gaviota en Madrid, en alusión a mi origen canario.

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