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Comercios históricos de Las Palmas de Gran Canaria

Benítez Menaje, medio siglo en las cocinas canarias

La especialización en menaje salvó a la tienda de desaparecer ante las grandes superficies

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Comercio Histórico: Benítez Menaje Andrés Cruz

El negocio familiar Menaje Benítez equipa las cocinas de toda Canarias. Sus estanterías y pasillos están repletos de los utensilios más extravagantes hasta los más tradicionales. 

De la noche a la mañana Arturo Benítez aprendió, con tan solo 21 años, cómo regentar un negocio. Después de la prematura muerte de su padre, la empresa fue traspasada a sus manos. “Fue una gran responsabilidad porque toda la familia vivía de esta tienda”, asegura. A pesar de la incertidumbre de los primeros tiempos, Arturo supo reinventar el local para adaptarlo al nuevo mercado. Y así lo demuestran los 59 años que la tienda Menaje Benítez lleva vistiendo las cocinas canarias con todo tipo de utensilios. 

El local sigue manteniendo la misma estética de su apertura en 1963. Su dueño es tajante con la conservación de la tradición: “No quiero que parezca un supermercado”. Tras la muerte de su padre comenzaron a surgir las grandes superficies y las tiendas chinas, que vendían los mismos productos a precios más bajos, por lo que Arturo tomó una decisión. La solución para la supervivencia de la tienda era la especialización en menaje. “Gracias a eso hemos marcado la diferencia”, opina. Dejaron de vender productos de limpieza y de regalo y aumentaron la calidad de la mercancía. “Comprobamos que la estrategia funcionaba, así que seguimos en esa dirección”. 

“Proveemos a coctelerías, restaurantes, bares, comedores escolares, hoteles y también al público general”, enumera Arturo. En las estanterías se puede encontrar de todo, desde lo más simple hasta lo más peculiar. Como deshuesadores de cerezas, cortadores de mango, un set para preparar té matcha, un cortador de huevo de codorniz, abridores de erizos, barbacoas portátiles, palillos chinos de todos los colores y diseños y muchos más productos singulares pero que hacen el día a día en la cocina un poco más fácil. Entre sus 5.000 productos se encuentran todo tipo de utensilios para cualquier uso. En la tienda, una empleada vende a unos clientes un cuchillo “que se llevan muchos pescadores para sajar a los peces”. 

El producto estrella

Aunque cuentan con una oferta muy diferente, los productos de toda la vida también ocupan gran parte de los estantes. “Sin duda lo que más vendemos son sartenes, es increíble, siempre hacen falta”, exclama entre risas Arturo. Las modas también marcan el catálogo de ventas del local. “Durante la pandemia vendimos muchos moldes para cocinar pan, se puso muy de moda prepararlo en casa”. Y añade que en la actualidad se venden mucho los molinillos de café y las prensas para tortillas mexicanas.

“En Gran Canaria nos conoce todo el mundo”, asegura Arturo que destaca que también vienen clientes de todas las Islas para comprar productos específicos. “Saben que aquí tenemos ese aparato especial para vaciar el calabacín, por ejemplo”. 

Arturo asegura que les diferencia la calidad de sus productos que pertenecen sobre todo a marcas españolas, francesas, alemanas e italianas. En su tienda busca tener todas las novedades que van surgiendo en el sector. “A través de catálogos o también en ferias especializadas en menaje que enseñan los nuevos productos”.

Arturo Benítez en el mostrador junto a algunos de los productos en venta. ANDRES CRUZ

La atención a los clientes es uno de los pilares del negocio. “Ofrecemos una atención muy personalizada, todas mis empleadas saben de cocina, por lo que están habituadas a los productos y pueden aconsejar con propiedad”, asegura. En los pasillos del local, Arturo saluda a los clientes que entran, a algunos incluso con dos besos. “Hay muchos clientes fieles que ya se han vuelto amistades de hace muchos años”, confiesa. “También vienen muchos clientes por referencia”, añade. 

La crisis de los 80

Arturo recuerda que el momento más difícil para el negocio fue durante los 80, “surgió una crisis en la que casi nos quedamos sin dinero”. Pero tampoco se olvida de la pandemia, que les hizo cerrar el negocio durante tres meses sin ingresos y con muchos gastos fijos. “Pero por suerte al poco de volver a abrir nos recuperamos”. 

De los 5.000 productos en existencias, el más vendido es la sartén, Benítez asegura que «siempre hacen falta»

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Durante la mañana todas las dependientas están atareadas atendiendo a los clientes que llegan, algunos con fotos de los productos que quieren y otros se dejan aconsejar por las expertas. Para Arturo lo más reconfortante del negocio es saber que el cliente ha encontrado lo que busca. “Tenemos un programa informático con todos las referencias y localización de los productos pero hasta nosotros a veces tenemos que pensar en cómo lo habíamos referenciado para encontrarlo”. La digitalización de la tienda se produjo en 1994 aunque Arturo cuenta que se siguen actualizando, “ahora tenemos redes sociales y queremos mejorar la página web”. 

La tienda, a pesar de ser amplia, se estrecha ante la inmensa cantidad de mercancía que se expone en los diferentes recovecos. No existe un milímetro de la tienda que no esté cubierto por algún cuchillo, plato, sartén, molde o utensilio de cocina. En este entramado de objetos se mueven las dependientas fácilmente sacando los productos para los clientes. 

Arturo confiesa que en un principio no le gustaba “nada” el negocio. “Yo estaba estudiando Derecho en la universidad y tuve que dejarlo para empezar a gestionar el local”, aunque lo agradece porque “la carrera no me gustaba tampoco”. Tras comenzar la especialización “comencé a encontrarle el gusto al trabajo” del que ahora habla con una sonrisa. 

Arturo confiesa que con la edad “cada vez trabaja menos” pero sigue sintiendo el mismo orgullo cuando los clientes felicitan el esfuerzo. “A mi me han llegado a decir que mi tienda es como un Disneyland para ellos, imagínate lo bien que sienta eso”. 

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