Los Dolores inicia la reparación de la torre para asegurar su valor patrimonial

La obra será financiada por el Ayuntamiento capitalino, el Cabildo y el Obispado canario

La torre de la iglesia de Nuestra Señora de Los Dolores.

La torre de la iglesia de Nuestra Señora de Los Dolores. / josé carlos guerra

La torre de la iglesia de Nuestra Señora de Los Dolores lleva años en mal estado y progresivo deterioro. En 2018 el Ayuntamiento capitalino abrió un expediente sancionador al Obispado de Canarias por la peligrosidad que suponía para feligreses y viandantes. Desde entonces la Diócesis de Canarias ha buscado financiación para reparar los desperfectos de la representativa edificación arquitectónica oculta bajo un andamio para evitar desprendimientos. 

Los esfuerzos de la entidad religiosa han dado sus frutos, la obra de rehabilitación será costeada entre el Consistorio capitalino, el Cabildo de Gran Canaria y el Obispado, que pagarán respectivamente un tercio de los 302.636 euros que cuesta el acondicionamiento. La intención de las instituciones tras la obra es proteger el inmueble que tiene un gran valor arquitectónico e histórico y que la poca restauración a lo largo de los años. Además, al estar en la intemperie el aire y la marisma ha oxidado el hierro y deteriorado el hormigón.

Ayer se reunieron el alcalde del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Augusto Hidalgo; el consejero de presidencia del Cabildo de Gran Canaria, Teodoro Sosa; el obispo de la diócesis de Canarias, José Mazuelos; la concejala del distrito de Ciudad Alta, Lourdes Armas y el arquitecto encargado de la obra, Ricardo Santana en el edificio sacro para anunciar la colaboración de las tres instituciones para que uno de los símbolos del barrio capitalino de Schamann vuelva a resurgir.

La iglesia fue edificada por el mismo arquitecto que diseñó el Mercado Central

La torre de la iglesia es obra del arquitecto catalán Joan Margarit i Serradell, que estuvo trabajando en la capital grancanaria durante tres años. La obra es un referente de la arquitectura de los años sesenta. El arquitecto también es autor de importantes obras de la ciudad como el Mercado Central o la plaza de la Constitución de Tomás Morales donde se ubica el Obelisco. 

El poeta e hijo del arquitecto, Joan Margarit i Consarnau, ganador del Premio Cervantes en 2019 hizo protagonista de su prolífica pluma la torre de Schamann. El escritor consideraba que la obra de su padre era una aportación a la "limpieza conceptual en aquellos años en que empezaba a imponerse el brutalismo, el gris hormigón". "Una idea higiénica de luz, de claridad, que evita la brutalidad y lo siniestro, propios de épocas de opulencia", indicaba sobre la iglesia.  

La torre, de cuerpo único vertical con cinco plantas con una escalera de caracol en su interior y 33 metros de altura. Precisamente su longitud es uno de los principales retos para la obra. «Cuesta más dinero y es más complejo subir un paquete de hormigón que usarlo», ha expresado el arquitecto encargado, Ricardo Santana.

Santana reconoce que la obra será compleja pero considera que es fundamental restaurar este símbolo del barrio, al ser la unión entre "parroquia y vecindad". En un inicio la edificación era usada como capilla bautismal pero tras unos años perdió esta utilidad y se convirtió en una edificación exclusivamente ornamental al tampoco repicar las campanas. Tras la reforma el arquitecto explica que quiere ofrecer una nueva utilidad al edificio, que podrá ser barajado cuando finalice la obra. Sin embargo, adelantó tres posibles usos, como un símbolo lumínico, para actividades menores en la planta baja o para añadir carteles que hagan referencia a la humanidad y solidaridad. 

La iglesia y la torre fueron construidas en 1959 con un tipo de arquitectura "jovial con colores y luz". En su interior el edificio cuenta con frescos del muralista Jesús Arencibia, esculturas del artista, Juan Márquez. La parroquia sufrió varias alteraciones y su imagen dista de cómo la había proyectado el arquitecto catalán. A principios de siglo las humedades obligaron a su reparación y los vecinos y feligreses contribuyeron a su rehabilitación. En esta reforma se construyó un nuevo techo en forma de quilla de barco que ocultó parte de los murales del pintor canario.

Un símbolo del barrio

El edificio es un símbolo del barrio capitalino. "Hoy Schamann es inconcebible sin su torre de los Dolores", expresó el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Augusto Hidalgo. El vecino Nicolás Concepción saca a su perro todos los días por el entorno de la iglesia y se sienta en uno de los bancos que miran hacia la edificación. Concepción ha vivido toda su vida en Schamann y considera que es "una pena" la situación en la que está no solo la torre sino también la fachada exterior de la iglesia. "Hice el bautismo y la comunión aquí y no se ha hecho nada hasta ahora", lamenta. El arquitecto encargado de la obra, Ricardo Santana, recuerda que sus primos se criaron en la zona y era un privilegio poder contar con la parroquia que, según Santana, era una forma de identificar que ya estaban en su hogar. "Es una obra que traspasa los muros de este edificio, es un icono de la ciudad", resumió el consejero de presidencia, Teodoro Sosa. 

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