El ascensor vuelve a arrancar en Lomo Verdejo

La vuelta del elevador, después de muchos años estropeado, alivia de la tortura de subir tantas escaleras, pero el vecindario pide una carretera hasta la mitad del barrio

El ascensor de Lomo Verdejo vuelve a funcionar tras años estropeado

Juan Castro

Vivir en Lomo Verdejo, un barrio encaramado en una empinada loma, obliga a sus habitantes a un eterno trepar por unas escaleras infernales para realizar tareas tan cotidianas como comprar el pan o tirar la basura. Tras años estropeado, el ascensor volvió a arrancar este lunes. Algunos vecinos lo han recibido con alegría, pero otros advierten que ni el ascensor ni las escaleras mecánicas resuelven su problema.

A ver cuánto dura», exclama un incrédulo vecino de Lomo Verdejo ante la vuelta a la vida del ascensor, después de haber pasado muchísimos años en el dique seco, al igual que las escaleras mecánicas, a las que todavía les quedan varias semanas y unas cuantas reparaciones para volver a funcionar. Los vecinos y vecinas discrepan sobre los años que llevan sin funcionar los artefactos, que fueron inaugurados en 2012 con fondos del Plan Feile. Mientras unos aseguran que a los tres meses se pararon y nunca volvieron a funcionar, otros hablan de que estuvieron renqueando varios años. Todos coinciden, sin embargo, en que son muchísimos los años que llevan rotos. Y en que las escaleras mecánicas no duraron un asalto.

Los vecinos se quejan de que las rampas mecánicas, aún pendiente de arreglar, sólo son de subida

Sólo un vecino acudió -y llegó de chiripa- a la presentación de la puesta en funcionamiento del ascensor, que protagonizaron el alcalde Augusto Hidalgo y el consejero de Hacienda y Patrimonio del Cabildo de Gran Canaria, Pedro Justo.

El ayuntamiento no avisó a nadie, aseguró José Santana, que llego justo antes de que se marcharan los políticos y se mostraba contento con la vuelta del ascensor.

«Tengo 75 años y estoy muy cansado de subir escaleras», se queja Santana, quien recuerda que «las escaleras mecánicas duraron cuatro días, después de su instalación, pero el ascensor duró más. Estuvo varios años funcionando», aunque no recuerda cuantos. Reconoce que ha llovido mucho desde entonces.

«LLegó un momento en el que se llevaban piezas para otro lado, según me dijeron, pero no lo puedo asegurar con certeza», señala. «Yo esperaba que se arreglase algún día porque aquí hay mucha gente que lo necesita. Hay una vecina que anda con muletas y al marido le cortaron los pies y no podían ni bajar ni subir porque esto no funcionaba. Yasí murió el pobrecito, sin poder salir», recuerda.

Los artefactos fueron instalados en 2012, pero los vecinos han olvidado el número de años que llevan sin uso

Menos satisfechos con el ascensor y las escaleras se mostraban otros vecinos como Mary Carmen, quien subraya que «lo que realmente necesita el barrio es una calle que conecte la carretera principal con la zona media del barrio», justo hasta donde llega el ascensor.

Las escaleras llegan un poco más arriba, pero todavía hay que subir  70 escalones para alcanzar la carretera general, donde mucha gente deja el coche aparcado o se dirige a coger la guagua. «Aquí se gastaron mucho dinero para nada, para callarnos la boca, porque lo que nosotros queríamos era una carretera».

En el mismo sentido se pronuncia Pedro Hernández Naranjo, que hace dos años que vive solo porque su mujer se ha tenido que ir con sus hijos a Arucas porque no puede ni subir ni bajar las escaleras.

«El ascensor no le resuelve el problema», asegura, «porque las escaleras mecánicas que llegan hasta él solo son de subida. Salvo que las pongan de bajada, el ascensor no nos soluciona nada, porque no hay forma de llegar él. Me da igual. Como mínimo tendrían que poner unas escaleras de bajada». Hernández recuerda la propuesta del Ayuntamiento, «hace muchos años», de hacer una carretera, que «no costaría mucho, porque sólo son 250 metros. Sólo habría que hacer un muro de contención y asfaltar. No sé qué pasó con ese proyecto».

El arreglo del ascensor y de las tres escaleras mecánicas -que se prevé acabar en varias semanas- ha costado 57.000 euros, según explicó Augusto Hidalgo, quien recordó que esta es la tercera infraestructura de movilidad vertical que se pone en marcha en el último mes dentro del plan de arreglo de las 14 escaleras y ascensores.

Las dos primeras que se han arreglado con las de San Nicolás y el ascensor de San Juan y San José.

Don Zoilo y Las Rehoyas

El siguiente elevador que arrancará es el del Barranquillo de Don Zoilo y el de Las Rehoyas, reabrirá en las próximas semanas. El ascensor de Lomo Verdejo permite salvar una distancia de 10 metros, que se complementa con tres escaleras mecánicas, por las que se puede subir hasta un poco más arriba de la mitad del barrio.

Tanto el ascensor como las escaleras cuentan con un sistema de videovigilancia para evitar los actos vandálicos. El elevador estará conectado a un sistema que permitirá monitorizarlo en todo momento en tiempo real, lo que permitirá agilizar la respuesta ante cualquier incidencia. En cuanto a la reparación, se han cambiado las puertas y la cabina y las botoneras han sido sustituidas por otras antivandálicas.

También se ha repuesto la barandilla de cristal en la pasarela de acceso al ascensor, así como la reposición del entubado eléctrico. Se están reparando los escalones de las escaleras eléctricas y el pasamanos, entre otros elementos. Hidalgo resaltó que el «vandalismo ha sido el elemento determinante» que provocó que la gran mayoría de escaleras y ascensores urbanos de la ciudad hayan estado sin funcionar durante años.

«La mayoría han sido vandalizadas y muchas de ellas al día después de ser reparadas. A veces ha sido por el robo de maquinarias y piezas y otras veces ha sido por puro vandalismo», una circunstancia que se espera evitar ahora con las cámaras de videovigilancia, sostuvo el regidor. Por su parte, el consejero insular Pedro Justo se refirió a la inversión de 1,7 millones que ha impulsado el Cabildo de Gran Canaria en la ciudad para «unir la zona alta con la baja y las partes altas de la ciudad» a través del arreglo de los artefactos mecánicos. «La gran desgracia es que a veces no duran sino un día, después de una gran inversión. Es una pena que la falta de civismo de unos pocos perjudique a muchos».

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