Las Canteras, el mejor refugio contra la calufa

Miles de bañistas toman la playa. El fuerte oleaje dispersa las microalgas y las corrientes las concentra en La Puntilla y Los Muellitos

El fuerte oleaje dispersó este domingo las microalgas en Las Canteras, en Las Palmas de Gran Canaria, liberando muchas zonas de su presencia, aunque las corrientes las concentró en La Puntilla y en el área de Los Muellitos. Pese al caldo de algas, la playa estaba repleta de bañistas que acudieron en busca del mejor remedio contra la calufa.

No hay mejor remedio contra la calufa que un buen remojón en la playa de Las Canteras, aunque cuando la brisa sopla fresquita, como en la Cícer este domingo, ni siquiera es necesario meterse en el agua porque el frescor del airito es suficiente para aliviar el sofoco.

«No hay mejor aire acondicionado que este», comenta convencido un bañista sentado en la orilla a la espera de refrescarse con la llegada de la próxima ola. 

Miles de personas tomaron este domingo la playa, huyendo de los ardores de la canícula, aunque los que fueron a mitad del día se encontraron con buena parte de la arena ocupada por la marea alta. 

El mar se levantó bravo este domingo y el fuerte oleaje y las corrientes obligaron a poner la bandera roja en toda la zona de baño y a los socorristas de la Cruz Roja estar ojo avizor porque siempre hay algún imprudente al que no le importa arriesgar su vida.

 De hecho, bañistas que navegaban en un kayak y un padle rescataron a un nadador que se internó en el mar por la zona de La Puntilla, pese a la peligrosa corriente que hay por esa zona, según informó miplayadelascanteras.com.

Un grupo de bañistas en la zona de la Cícer, en Las Canteras

Un grupo de bañistas en la zona de la Cícer, en Las Canteras

El mar de fondo y las corrientes se encargaron de dispersar la sopa de microalgas que ha estado presente, como un bañista más, durante la última semana en el agua, debido a las altas temperaturas. 

Las manchas marrones se volvieron más ligeras a lo largo de la playa, salvo en La Puntilla y en Los Muellitos, donde las corrientes se encargaron de concentraron las cianobacterias. 

Pero ni siquiera el espeso caldo de microalgas que se concentró en La Puntilla disuadió a los bañistas de meterse en el agua

«Mientras no vengan las aguavivas» no hay ningún problema, comentaba en la otra punta de la playa Carlos, un surfero que agradecía el efecto limpiador que había propiciado el fuerte oleaje en toda la zona de la Cícer. Apenas pudo surfear debido a la peligrosidad de las corrientes y el mar de fondo. De hecho, la presencia de surferos era bastante reducida en la zona. Sólo algunos atrevidos se metieron en el agua con la tabla, entre ellos Consuelo, que entró un ratillo pese a las corrientes.

Playa de Las Canteras (13/08/2023)

Playa de Las Canteras (13/08/2023) / José Carlos Guerra

 «El sábado», explica Carlos, «el mar estaba más tranquilo y había más microalgas, pero nos bañamos a pesar de ello porque estos organismos no son perjudiciales para el ser humano. Más asco me da el plástico que tira la gente en el agua. Eso sí que me da asco». Y las colillas que sigue depositando la gente en la arena, que no solo se salta la prohibición de fumar, sino que además deja su basura en forma de filtro contaminante.

Jorge, otro surfero, le quita también importancia a la presencia de las microalgas. «Yo vengo todos los días, esto es una cosa natural de todos los años. La presencia de estos organismos está aumentando por las altas temperaturas. Se pudren y por eso el efecto marrón que parece que está el agua sucia, pero es por las algas». La nata y la espuma que se forman, puntualiza Carlos, «es el efecto de la presencia de algas».

Usuarios de la Cícer piden pérgolas que den sombra en el paseo para contemplar las olas sin asarse al sol

«Mientras no te bañes donde está la mancha gorda, no hay problema. Es un fenómeno natural porque el agua está muy caliente. Yo no recuerdo que el agua con esta temperatura tan alta de ahora. Está más caliente el agua del mar que la de las duchas», subraya. 

Carlos y Jorge no suelen ir a la playa los fines de semana por la masificación, pero este domingo hicieron una excepción debido el fuerte calor. Alas 13:30 horas los termómetros del paseo ya marcaban los 34 grados.

«Hacer deporte al aire libre es lo mejor que hay», asegura convencido Carlos, quien aprovecha para pedir al Ayuntamiento que ponga una pérgola o «algo de sombra» en la explanada del paseo de la Cícer, la que está junto a la escultura de Alfredo Kraus. «Que pongan una sombra para que la gente se pueda aliviar. No para nosotros, que estamos dentro del agua cogiendo olas, sino para la gente que le gusta ver las olas y los surferos», explica mientras señala a una señora que está sentada aprovechando la escasa sombra de una estructura de acero cortén.

Más sombra

«La que da ese trozo de hierro rumbriento es una sombra muy cotizada en esta zona», bromea Carlos, «Aquí hay unas explanadas incréibles y es un mirador impresionante, lo único que le falta es una pérgola y unos banquitos». Y es que cuando el sol aprieta, la gente agradece hasta la tímida sombra que ya ofrecen los tarajales del paseo.

Sentado en el muro de la rampa de acceso a la Cícer, casi a la altura de la plaza donde está situada la escultura de Alfredo Kraus, está Alfredo contemplando el mar y protegiéndose de la solajera con un sombrero.

Playa de Las Canteras (13/08/2023)

Playa de Las Canteras (13/08/2023) / José Carlos Guerra

Este domingo ha ido a pasar el día con su esposa y su hijo y espera a que baje la marea para colocarse en la arena, prácticamente tomada por las olas. Alfredo también coge olas, pero «hoy, no. Ni ganas. Hace mucha corriente y es un peligro si no conoces un poquito la zona. Ahora mismo para meterte en el agua está un poquito complicado», pero le da igual. La playa es la mejor opción para la canícula. «Yo estoy bienísimo aquí. Con el airito que corre es estupendo», sostiene.

«Aquí la única sombra que hay son las de las terrazas», exclama otra bañista, que se protege tras e muro de la playa. Forma parte del grupo de amigas: Sofía, Genoveva, May, María y Lola. Han colocado sus sillas a mitad de la rampa, a la espera de que baje la marea. Hoy son cinco, pero normalmente se reúnen hasta doce. Son jubiladas y no perdonan ni un día de playa. 

Carlos: «Las microalgas son un fenómeno natural, me da más asco encontrarme con los plásticos que tiran»

Mima Betancor Pérez afirma que no ha dejado de bañarse ni un día, pese a las cianobacterias. «A mí las microalgas no me han hecho nada», bromea. «Estuvieron un par de días y nada más y hoy todavía hay, pero menos».

Aunque Mima es atrevida con las olas, que adora, este domingo han preferido coger el baldito de uno de los nietos del grupo para refrescarse. No han bajado a la arena porque está tomada por la marea. Antiguamente, recuerda, se ponían en la zona situada en medio de las dos escaleras de acceso, pero ya no pueden porque está repleta de piedras que «alguien tiró allí. Estas piedras», se queja, «no las ha traído el mar, las han puesto ahí. Esto era todo arena. He llamado al Ayuntamiento para que las quiten y no nos hacen caso, ponlo en el periódico». 

La cita diaria

Pese a la pérdida de su tradicional trocito de playa, Mima se lo pasa bienísimo con sus amigas. Vive en la plaza del Pilar y no hay quien le quite su cita diaria con la playa haya o no microalgas, una cita que le alegra la existencia y le da vida. Lo mismo le pasa a Genoveva Ramos Toledo, que se baja todos los días a Las Canteras desde el barrio de Los Lentiscos, en Santa Brígida. «Hace año y medio que perdí a un hijo de 45 años y la playa es lo mejor que me ha venido para superar el golpe. Vengo, me pego un baño, me voy a las tres y me quedo como nueva. No hay nada como bañarte en el agua y mirar el mar para sentirte mejor», indica.

Empapados

Contemplar el mar puede tornarse en un ejercicio hipnótico, sobre todo cuando el oleaje se vuelve salvaje y hay marea alta. En estas circunstancias no hace falta meterte en el agua para entrar en contacto con las olas. Son ellas las que se encargan de ir a buscarte para salpicarte, en el mejor de los casos, o enchumbarte a traición de arriba a abajo.

Clara contempla el mar desde el paseo mientras sus toallas empapadas y el resto de su ropa y la de sus acompañantes se orea en la barandilla

«No sabíamos si bañarnos o no y la marea se encargó de hacerlo ella. Así es la naturaleza, cuando te ve indecisa, ella se encarga de tomar la iniciativa», bromea mientras se recupera de la arremetida a traición de una ola traicionera. Clara no es la única afectada por el oleaje. Más de uno se encontró con la ropa y las mochilas empapadas, cuando volvieron a la arena después de darse un baño. María se muestra encantada con el día, pese a que la marea haya dejado tan poco espacio en la playa Chica. «En el mar», asegura, «siempre se pasa bien, aunque esté la marea llena. Como la playa de Las Canteras no hay nada. Siempre que podemos venimos», concluye.

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