Comercios históricos de Las Palmas de Gran Canaria

El Timple Dorado, un negocio con suerte

La administración de lotería más antigua de la provincia de Las Palmas El Timple Dorado lleva 82 años sembrando la semilla de la ilusión en la población

Dice el refrán que la suerte es loca y a cualquiera le toca. La familia Robaina ha trabajado durante décadas con este valor inmaterial, pero la repuesta de su éxito no tiene que ver con la suerte, sino más bien con el esfuerzo. El Timple Dorado, en el Mercado de Vegueta, es la primera administración de loterías de la provincia de Las Palmas y desde 1941 siembra la semilla de la ilusión en la población.

Eran los años de la postguerra y Dolores Hernández quedó viuda al morir en combate su esposo Miguel Robaina. «Luchando por Dios y por España dio la vida en armas de su fe y su patriotismo el día 26 de noviembre de 1938», reza el comunicado que aún guardan sus nietos. Hernández tenía que sacar adelante a cuatro hijos sin ayuda, y, además, todos aún muy pequeños, el más chico ni siquiera llegó a conocer a su padre.

La mujer, que solía tratar con la familia Velázquez del Valle de San Roque compró la administración aconsejada por ellos y se la arrendó. «Los Velázquez la trabajaron y estuvieron más de 40 años, siendo la titular mi abuela», recuerda Antonio Robaina, el actual heredero y titular del negocio. «A ella le daba un soporte económico para que fuera subsistiendo», añade.

Al morir Hernández, su hija más pequeña, Lola Robaina heredó la empresa familiar. El resto de sus hermanos habían escogido otras profesiones o se habían casado. «Estuvo bastantes años como administradora, luego pasó a mi padre porque ya a mi tía se le montaron los años encima, y llegó a los 60 años, no tenía hijos y no se casó», explica Robaina. De esta forma, el negocio pasó a manos de Antonio Robaina, el padre del actual propietario.

Los hermanos tomaron la decisión al ser él el único que había tenido hijos, y de esta forma, podrían heredar la administración, lo que sucedió 15 años después. «Nosotros nacimos aquí dentro, se puede decir», comenta Antonio Robaina junto a su hermana Dova, que también trabaja en el negocio familiar. «Esto ha sido un negocio de lucha, de muchas responsabilidades y de mucha seriedad inducida por la familia. Es un negocio que es del Estado, entonces la prioridad es ser serios. Como decía mi padre, nosotros jugamos con la ilusión de la gente, y con eso no se puede fallar», comenta Robaina.

Clientes de toda la vida

La familia considera que esa es la razón de que sigan teniendo abonados de la cartera de su abuela, que actualmente son nietos de esos primeros clientes. «Compran los mismos números que llevaban hace años, yo creo que lo tienen como una herencia de familia», asegura. Después de una larga trayectoria, han visto pasar clientes de todo tipo, y por tanto, atesoran un sinfín de anécdotas. Dova Robaina recuerda que mientras trabajaba su padre un señor mayor se ganó una gran cantidad de dinero, y en un segundo se le curaron los males. «No sabía nada, mi padre le hizo entrar con los bastones, y cuando fueron al banco se marchó sin ellos de la alegría».

Robaina explica que en los últimos años los puntos mixtos de venta, es decir, aquellos que venden lotería y otros productos han hecho mucho daño al negocio. «Venden todos los surtidores, en cualquier sitio, y no les exigen tanta seguridad como a nosotros, por la que hay que pagar dinerales, y sin embargo, vas a un kiosco de golosina que tiene una maquinita y le venden a todo el mundo lotería», lamenta. «Por esa razón han desaparecido muchas loterías antiguas», añade.

La administración espera con ansias al próximo 22 de diciembre con la esperanza de que toque en la administración el Sorteo Extraordinario de Navidad. «Nosotros todos los años estamos de puntillas a ver si sale el gordo de Navidad, que es lo que queremos ver en esta administración. El gordo de Reyes sí salió, pero el de Navidad, nosotros no lo hemos visto», apunta Dova Robaina casi como una invocación para el futuro.

A pesar de la expectación o los problemas, la familia Robaina sigue celebrando todos los días. Sobre todo, con el orgullo de ser la primera administración de la provincia, y siguen trabajando con la misma perseverancia de siempre. Todos en la familia son muy parranderos, por lo que al pasar la administración a la última generación pensaron que el timple era el mejor símbolo para representar el negocio familiar. «Donde había un Robaina, había una guitarra y un timple», aclaran.

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