Comercios históricos de Las Palmas de Gran Canaria

La tercera generación de Modas Faleh en Las Palmas de Gran Canaria

Adel Faleh emigró de Palestina huyendo de la guerra, al llegar a la Isla abrió su tienda de telas, que actualmente vende ropa

La familia lleva más de 60 años frente al negocio

Nabila y Felix Faleh frente a las puertas de Modas Faleh en Schamann.

Nabila y Felix Faleh frente a las puertas de Modas Faleh en Schamann. / Juan Castro

Adel Faleh llegó a Gran Canaria en 1950 huyendo de la guerra entre Israel y Palestina. Durante sus primeros años en Canarias se ganó la vida vendiendo telas, y como el negocio iba viento en popa decidió abrir, a los nueve años de vivir en la Isla, su propia tienda en Schamann. Más de medio siglo después la tercera generación familiar se sigue ocupando de la tienda Modas Faleh. 

En un principio, la tienda solo vendía telas porque no había ropa prefabricada, como mucho vendía calcetines ya tejidos. Pero con el paso del tiempo fueron modernizándose e introdujeron prendas para hombre y mujer hasta el punto que actualmente ya no venden ningún tipo de tela. Aunque Faleh no se dedicaba a este sector en Palestina, sino que trabajaba en compañías norteamericanas, al llegar a la Isla vio una oportunidad de negocio que ha perdurado 64 años. 

Uno de los hijos del fundador, Félix Faleh, comenzó a trabajar en la tienda familiar cuando cumplió la mayoría de edad. Aunque ya conocía el sector de antes porque como el resto de sus cinco hermanos, también tenía que ayudar durante las épocas más importantes como la navideña. «Mi padre me dio la oportunidad de estudiar o quedarme con el negocio, entonces yo elegí quedarme con el negocio y mis hermanos, casi todos, eligieron estudiar una carrera», comenta. 

Lo mismo hizo él cuando tomó la decisión de jubilarse. Preguntó a su hija, Nabila Faleh, si quería continuar la estela familiar que ha dado de comer a la familia durante tres generaciones. De esta forma, Nabila Faleh aceptó y tomó las riendas desde hace tres años. «Al principio le costó, pero ha ido haciéndose poco a poco, esto es un trabajo como otro cualquiera, lo que te pasa es que trabajas para ti, no para un empresario», comenta su padre. Faleh desvela que a él también le costó habituarse al trabajo porque la atención al público es a veces complicada y requiere de paciencia.

Sin embargo, para Faleh, que actualmente está jubilado, cuanto más pasaban los años más le gustaba. «Es una profesión que te tiene que gustar desde el principio», considera. Faleh asegura que el secreto del éxito es el trato al cliente, que ha sido un pilar del negocio desde que se fundó. «Cuando un cliente viene muchas veces se queda extrañado del trato exquisito que solemos de dar», asegura Faleh. «Mucha gente me lo dice, tienes un buen maestro, ya lleva muchos años aquí, y sabe cómo funciona», responde su hija.

Nabila Faleh comenzó a regentar la tienda hace tres años, justo cuando surgió la Covid-19. Aunque para muchos negocios fue un momento de crisis que incluso les obligó a cerrar, Modas Faleh supo sortearlo. Tuvieron que cerrar como muchos otros comercios, pero los clientes fijos fueron su salvación. «Siempre había gente que te llamaba y te decía lo que les hacía falta y yo siempre les hacía el favor, abría un momentito y se lo daba, o sea que dentro de lo que cabe, no fue tan mal», recuerda la dueña. 

Nabida y Felix Faleh en el interior de la tienda.

Nabida y Felix Faleh en el interior de la tienda. / Juan Castro

Remontar fue un poco más complejo porque durante los primeros meses todo estaba sumido en la incertidumbre. «Fue como empezar de cero otra vez, la gente tenía miedo, así que era normal, si fuera un negocio de comida, por ejemplo, que es algo básico no pasaría, pero de la ropa y textiles es algo que la gente puede prescindir», explica. Aunque comenta que el bache ya está superado, y que en estas fechas en las que las Navidades están a la vuelta de la esquina, la subida de las ventas se nota. 

Faleh asegura que los clientes quedaron «encantados» al saber que ella continuaría el negocio familiar porque muchos conocen a su padre desde que era un niño y han seguido comprando a lo largo de los años. «Nos mantenemos gracias a eso, es lo que nos ha levantado y toda la gente nueva que viene por el barrio», comenta. 

Solo mercancía nacional

«También hay clientes que buscan algo diferente, el abanico de clientes es muy grande hay gente que compra por internet, que compra en los chinos, que solo le gusta la mercancía nacional, pero principalmente la ventaja que tiene una tienda respecto a pedir por internet es que la gente lo toca y ve el colorido sobre la marcha», comenta Félix Faleh. Por ello, las tiendas físicas tienen la ventaja de que pueden asesorar a los clientes, y para ellos es parte del día a día. «A veces los clientes ven una prenda que parece que no les gusta mucho y resulta que tú se la das, se la pone y cambia de opinión repentinamente», asegura Faleh. 

En la tienda venden exclusivamente ropa hecha en España. La mayor competencia con la que tienen que lidiar ante la apertura de los centros comerciales, ha hecho que afiancen la calidad frente a la cantidad de mercancía que venden estos espacios comerciales. «Tengo clientes de mi padre de hace muchos años, por lo menos 30, que me dicen que todavía tienen ropa de hace 20 y 30 años, y la tienen como si estuviera nueva», indica Nabila Faleh. «Eso no lo encuentras en cualquier sitio», añade.

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