Estos son los cinco vecinos ejemplares de La Isleta

Con motivo del Día de La Isleta el barrio homenajeó a cinco residentes que han sido parte de la historia reciente del enclave capitalino

La Isleta celebró este lunes su día, y para ello, condecoró a cinco vecinos que han formado parte de la historia reciente del barrio en un emotivo evento organizado por el Foro La Isleta. Los condecorados son Miguel Ángel Betancor deportista de motonáutica y ampliamente reconocido por su trayectoria; Armanda Chavaldas, profesora desde los quince años que formó a cientos de isleteros; Eduardo Luján, el barbero de toda la vida del barrio; Rosa Hernández, que fundó la primera tienda de telas abierta durante 65 años y Carmelo Sánchez, tendero querido por todos los vecinos. Aquí puedes leer sus historias.

Miguel Ángel Betancor

Miguel Ángel Betancor durante el acto de entrega de premios.

Miguel Ángel Betancor durante el acto de entrega de premios. / José Carlos Guerra

El deportista Miguel Ángel Betancor recibió el premio abrigado por el calor de su familia. Su hija y su nieta le entregaron la estatuilla por ser un «isletero ilustre». Betancor dedicó su vida a la motonáutica llegando a convertirse en campeón del mundo en más de una ocasión. También fue condecorado en 1994 con la Medalla de la Real Orden del Mérito Deportivo, la distinción más alta que se otorga en el deporte español. Logró, por dos veces, ser Campeón del Mundo de T-750, en 1988 y 1990; Subcampeón del Mundo de T-750, en 1991; Subcampeón de Europa de T-550, en 1995; Campeón de Europa de T-850, en 1996; dos títulos de Campeón Continental, quince veces Campeón de España, también corrió en la categoría de Fórmula 1 de Motonáutica. «Podemos decir que es el atleta de este siglo más reconocido del mundo de la motonáutica», aseguró Paco Villanueva durante la entrega del premio.

Armanda Chavaldas

Armanda Chavaldas durante el acto de entrega de premios.

Armanda Chavaldas durante el acto de entrega de premios. / José Carlos Guerra

Chavaldas recogió su diploma y flores a los gritos de «¡Guapa!, ¡Guapa!», que sus familiares vitoreaban. El premio fue entregado personalmente a Chavaldas, pero fue una condecoración a todos los maestros que han ejercido en el barrio. Y especialmente a las profesoras que durante la época tuvieron que derribar varias barreras. «Fueron unas cuantas mujeres que rompieron moldes y fueron pioneras alfabetizando y dando enseñanza a tantos isleteros e isleteras, que después siguieron estudios superiores», comentó Esther Quintero. Chavaldas comenzó su carrera con tan solo 15 años con una academia privada en el salón de su casa. Por las mañanas daba clase a los pequeños y por las tardes y noches era el turno de los adultos. Llegó a tener 50 niños en el salón de su casa a los que enseñaba diariamente. También fundó una tienda en la que vendía ropa de niños, zapatos y productos del hogar.

Eduardo Luján

Eduardo Luján durante el acto de entrega de premios.

Eduardo Luján durante el acto de entrega de premios. / José Carlos Guerra

Eduardo Luján, barbero de toda la vida, nació en Teror y comenzó a trabajar alrededor de los 14 años como lechero. Luján se levantaba todos los días a las cuatro de la mañana para repartir leche, huevos, queso y papas en La Isleta y Las Alcaravaneras. Luján recuerda aquellos tiempos como complicados porque la población pasaba mucha hambre. En su casa, su madre tenía la tarea de mantener sola a siete hijos mientras su padre estaba en la guerra. Después se mudó a La Isleta donde comenzó con su profesión como barbero, motivo de su condecoración como isletero ilustre. «Quiero resaltar la humanidad que tiene, en su consideración y valor, además de su esfuerzo por arreglar y dejar bien presentados a esos enfermos que ha visitado y sigue visitando en sus casas y hospitales de forma altruista», destacó Esther Quintero durante el acto de entrega del diploma. 

Rosa Hernández

Rosa Hernández durante el acto de entrega de premios.

Rosa Hernández durante el acto de entrega de premios. / José Carlos Guerra

Rosa Hernández recogió el premio con la gran vitalidad que la caracteriza, sin que muchos pudieran imaginar que dentro de unos meses cumple 100 años. Hernández fundó la tienda Casa Rosa, la primera tienda de telas de La Isleta. Junto a su marido Miguel Suárez abrió la tienda en 1948 en la calle Pérez Muñoz. Para muchos fue un gran alivio, ya que la dueña permitía pagar a plazos en función de las posibilidades de cada uno. «Era una época en que no había bancos y su función la desempeñaban los prestamistas, que a cambio del dinero entregaban vales a los vecinos para canjearlos por los productos que se vendían en Casa Rosa», detalló Esther Quintero. La tienda, que se mudó del número 66 al 109 de Pérez Muñoz, era al principio solo de tejidos y luego se incluyeron la ropa, lencería, calzado y perfumería. Después de 66 años de trabajo cerró el 30 de enero de 2015.

Carmelo Sánchez

Carmelo Sánchez durante el acto de entrega de premios.

Carmelo Sánchez durante el acto de entrega de premios. / José Carlos Guerra

«Este diploma honorífico es para la saga de los Repetíos, que sigue formando parte de la historia de La Isleta y de la vida y sentimientos de varias generaciones», explicó Esther Quintero. Los ‘repetíos’ fueron una serie de hermanos procedentes de Moya que abrieron todos tiendas en La Isleta y de ahí el mote. Los hermanos se dividieron por el barrio y acordaron vender más y más barato, por lo que las colas eran algo habitual en sus locales. En concreto, a Sánchez le encantaba la tienda por su carácter social, los clientes eran fijos y solían desahogase con él. Sánchez también guardaba el correo de los vecinos, pagaba los recibos de agua, luz y funeraria si ellos no estaban, llevaba una rondalla y formaba parte de la asociación de vecinos, además de colaborar con la parroquia de San Pio X. Cuando cerró la tienda hace tres años los vecinos le prepararon una fiesta a modo de despedida.