Imagínense a Carrie Bradshaw (Sarah Jessica Parker en Sexo en Nueva York) con orígenes marroquíes y residente en París.

Imagínense que, justo en el momento más importante de su carrera, la deportan a su país y el impacto que le supondría regresar a un lugar que siente extraño, con una familia con la que apenas ha mantenido el contacto.

El impacto cultural que genera esta situación es lo que ha llevado a la comediante Reem Kherici a debutar como directora en esta película, de la que también firma el guión y de la que se ha reservado el papel protagonista.

París a toda costa satiriza, sin llegar a criticar o a ser incisiva, la globalización cultural y la pérdida de las singularidades culturales, pero, sobre todo, juega con los prejuicios y estereotipos culturales para hacer funcionar sus gags en un filme que no oculta su única vocación de entretenimiento.