'Atómica': En el Berlín de la caída del muro
Charlize Theron es una prestigiosa espía británica en una peligrosa misión en la Alemania comunista
Un elevado porcentaje de los aciertos de la película, que los tiene aunque podía haber llegado más lejos, reposan sobre el eficaz y exagerado trabajo de Charlize Theron, que incorpora a un agente del servicio secreto británico MI6 en una delicada y más que peligrosa misión en el Berlín que vive los momentos históricos de la caída del muro. La actriz sudafricana ha dedicado casi cinco años de trabajo a este thriller que le ha requerido un esfuerzo físico añadido realmente importante, similar en algunos aspectos al que hizo en 'Monster' y que le valió el Óscar en 2003.
La fuente original era una novela gráfica de Anthony Johnston y Sam Hard que ha tenido una estimable recreación en la pantalla y que tiene el acierto de meternos de lleno en la una Alemania del Este que vive sus últimas horas en la órbita soviética en un ambiente siniestro y angustioso. Precisamente por el hecho de ser Lorraine Broughton, una de las espías de mayor prestigio del MI6, el castigo que va a sufrir en la todavía República Democrática Alemana va a poner a prueba todos sus recursos, tanto los humanos y físicos como su astucia. Y eso lo vive desde el mismo momento en que aterriza en Berlín y conoce que su misión es la de saber los motivos absurdos por los que ha sido asesinado un agente aliado y hacerse con un dossier muy valioso que podría contener la lista de agentes dobles comunistas que operan en la capital germana.
Por fortuna tendrá como colaborador a un colega, Percival, que se conoce al dedillo todo el universo del espionaje en la zona. El problema, sin embargo, estriba en que Lorraine ha movilizado a todo un ejército de asesinos que están decididos a acabar con ella sin el más mínimo escrúpulo. Con una actividad que ni siquiera supera el James Bond más contundente y demoledor, lo que ha exigido que se recurra a menudo al doble, aunque la protagonista ha desarrollado una tarea a menudo arriesgada, la cinta no es un dechado de realismo, si bien dibuja un cuadro social mínimamente coherente de la Alemania comunista que combina la miseria y la crueldad con la impunidad y el crimen. El magnífico y eficaz reparto, nutrido de nombres cualificados, opera, asimismo, resultados positivos.