También existe constancia de la utilización de este túnel volcánico por parte de los aborígenes. Sobre todo en la zona del lago se han encontrado restos de vasijas utilizadas por los majos para coger agua de aquella ‘fuente’ que se forma en el interior de la cavidad y que procede de filtraciones que se cuelan desde el exterior. Pero ya antes de la conquista, concretamente en 1377 se hace referencia al asalto que sufre la isla por parte de un grupo de vizcaínos y para evitar ser apresados los aborígenes se ocultan en el interior de la Cueva.

 

Lanzarote, hasta la segunda mitad del siglo XVIII, no dispuso de un sistema defensivo que pudiera librarla del ataque de piratas turcos, moriscos, ingleses y franceses. La lista de atropellos, saqueos, secuestros y muertes resultó tan amplia que de hecho llegó a provocar una disminución notable de la población. Además de enfrentarse a las duras condiciones de vida de aquellos años, con la falta angustiosa de lluvia y de las erupciones volcánicas, los habitantes de aquella tierra tienen que buscar escondites secretos para evitar ser apresados.

 

Y allí con ellos se llevan lo mejor que tienen, lo más querido. Precisamente en la zona que se conoce como El Refugio es donde aparecieron gran parte de los objetos que en estos momentos están consignados en el área del Patrimonio del Cabildo de Lanzarote, y cuyo destino final será el de ser expuestos en el nuevo Museo de Arqueología de Lanzarote, el que estará en la famosa Casa de Don Fermín.

 

Sin embargo, de la larga lista de piezas que estaban ocultas en el interior de esta cavidad volcánica destaca y llama la atención la presencia de un buen puñado de monedas de oro, nada menos que 153, según le consta al alcalde de Haría, Torres Stinga. “En el municipio viven algunas de las personas que trabajaron en la recuperación de esos objetos, como Feliciano Luzardo, y ellos me contaron que se catalogaron esas monedas y otra serie de piezas como un collar de perlas de gran valor, pistolas, imágenes religiosas de los que no se sabe nada”.  Esas llamativas y hoy especialmente valiosas monedas siguen en paradero desconocido. Desde que se realizaron aquellos trabajos de extracción de parte de este tesoro, a comienzos de los años sesenta, de momento gran parte de estos hallazgos permanecen sin rastro y desaparecidos.

 

Hay que señalar que todos los objetos que se ocultaron en el interior de la Cueva de los Verdes además de un gran valor histórico, poseen un enorme valor para los coleccionistas. Concretamente en el año 2012 se realizó una subasta en la que una moneda de 10 Excelentes acuñada en la época de los Reyes Católicos, en Segovia, salió como primera puja con un precio inicial de 450.000 euros. Esta moneda se llamó así por la pureza del oro con la que se hizo. El resto de monedas de esa época, los reales estaban hechos de plata y de una aleación de plata y cobre, que se conocía como la blanca. Desde Patrimonio también esperan que aquellas personas que se hayan podido quedar con alguna de estas piezas las devuelvan, ya que en realidad forma parte de la historia insular. 

 

La Cueva de los Verdes está situada en el norte de la Isla de Lanzarote, en el municipio de Haría, y forma parte del amplio paisaje volcánico del Monumento Natural del Malpaís de La Corona. Su formación es el resultado de la actividad eruptiva del volcán de la Corona, que se produjo según los geólogos hace aproximadamente entre 3000 - 5000 años, y que dio lugar a un extenso túnel volcánico subterráneo de más de seis kilómetros de longitud que discurre desde el cono volcánico hasta el mar. 

 

A lo largo de su recorrido se han contabilizado al menos dieciséis jameos. Los primeros testimonios que aparecen sobre la existencia de la Cueva de los Verdes provienen de los escritos del ingeniero italiano Leonardo Torriani en 1590. En ellos Torriani, aparte de destacar la belleza de este llamativo accidente geológico, reconoce la importancia de este enclave como un excelente lugar utilizado para la protección y defensa de la población insular: “…Y en su interior tiene antros maravillosos, que parecen hechos por mano maestra, y con parajes ásperos y difíciles que no se pueden franquear sin luz. Algunos conocedores dicen que dentro tiene un río secreto, que corre con gran ímpetu y que muy pocos conocen. También tiene otra salida, que responde al mar, por la cual los hombres y las mujeres que se amparan allí, pueden salir y embarcar”.

 

Entre las invasiones sufridas por los lanzaroteños desde el siglo XVI hasta el XVIII destacan por el daño causado las que realizaron Tabán Arráez y Solimán en 1618, que alcanzaron dimensiones verdaderamente catastróficas. El historiador Viera y Clavijo relata así las funestas consecuencias de esta incursión: “La porción más considerable del vecindario se refugió en los escondrijos de las cavernas, en la gran cueva de los Verdes de Haría, que corre bajo tierra casi tres millas a lo largo…Este funesto golpe, que dejó atónita y bañada en lágrimas toda la tierra de Lanzarote, sirvió también para empobrecer el país extrayéndole la más pura sustancia”. Además, no sólo arrasaban con los pueblos, sino que se llevaban en sus naves a todos aquellos que lograban capturar. En una ocasión, el 1de mayo de 1618 el tabac Solimán Mustafá se lleva como cautivos a 1000 personas tras haber atacado la isla con 36 naves y 6000 hombres.