Se apresura en salir a flote una nueva generación en nuestras letras. Pablo Martín Carvajal, Ángeles Jurado, Antonio Lozano, Susi Alvarado o Ana Criado. Esta última escribe cuentos y columnas con fuerza e intención. ¿Quién como ella es capaz de describir una romería típica desvelando la parafernalia de clientelismo político que conlleva el ceremonial populista-carnavalero tinerfeño? Tres libros reveladores: Pan de leña, su libro recopilador de columnas periodísticas, El ruido de las miradas, publicado en Lengua de Trapo, premio de cuentos del Ateneo lagunero, y su Con la zeta de fuerza, su cuento estremecedor que mereció ganar un importante concurso. Ana escribe sobre la ciudad y el desamparo, sobre la gente zafia y el periodismo cutre. Sobre la vulgaridad y la grandeza, sobre hombres y mujeres, sobre encuentros y desencuentros, sobre la violencia latente que de pronto estalla entre los dedos como un volador. Teoría general del caos cotidiano y asumido como si fuese nuestra segunda piel. Penas de amor, soledades, tribalismos, sarcasmo, noche negra, amanecer con resaca. Trotamundos inadaptado porque el nirvana está lejos, aporrea el teclado con furia o con dulzura según los días. Más bien con desazón, con rabia. Con lúcida provocación sobre cosas que la abulia del subtrópico deja pasar sin pena ni gloria, pero que ella disecciona con afilado bisturí.

Sus cuentos son piezas turbadoras donde el lenguaje es vehículo de la desazón, la violencia, los deseos escondidos, el desánimo y la risa. Pequeñas tragedias urbanas, monólogos frenéticos. Una mujer con los deseos y las contradicciones de este tiempo, se echa a la calle y se pone en pie. En absoluto va a ser invisible ya que la proclaman su intencionalidad, desparpajo, interpretación agudísima de las relaciones humanas. Esta catedrática de francés que ha vivido en medio mundo tiene muchas cosas por hacer. Y las hará, a buen seguro, pues posee una determinación a prueba de bomba. A fin de cuentas, tras las resacas de los amores y los desamores el alma gana en clarividencia. El frente femenino de las letras canarias no sólo se aposenta sino que será largamente triunfador.