Durante miles de años, el parto fue la causa más frecuente de muerte en mujeres y niños. La historia de la Obstetricia es la historia de los esfuerzos para solucionar las complicaciones que presentaban las embarazadas y que ponían en peligro sus vidas y las de los recién nacidos. Cada año tienen lugar unos 130 millones de nacimientos en el mundo; cerca de medio millón ocurren en España. Pero no importa lo bien que lo hagamos; algunos de esos nacimientos acabarán mal. A finales de los años 40, los avances médicos y la estandarización de los procesos obstétricos disminuyeron el riesgo de muerte de una madre hasta uno por cada 2.000 partos. Sin embargo, los recién nacidos no tenían tanta suerte: 1 de cada 30 morían al nacer. Entonces, Virginia Apgar, una médico que trabajaba en Nueva York, tuvo una idea. Era una idea ridículamente sencilla, pero transformó la obstetricia y la naturaleza del parto.

Virginia Apgar se licenció en medicina en 1933 y fue una de las primeras mujeres admitidas en EE UU para hacer la especialidad de cirugía. A pesar de su talento como cirujano, su mentor le dijo que iba a ser muy difícil que los pacientes se dejaran operar por una mujer. La convenció para que hiciera anestesiología, una especialidad emergente y de la que se carecía de especialistas, dado que en aquella época la anestesia estaba en manos de enfermeras. Su jefe sabía que los resultados quirúrgicos dependían no sólo del cirujano sino de la habilidad de mantener al paciente bien anestesiado y fisiológicamente estable. A medida que aumentaron los conocimientos en fisiología y farmacología, el dominio de esos conocimientos escapaba del ámbito de la enfermería.

Al acabar cirugía, Virginia decidió formarse en anestesiología, siendo la primera mujer que se incorporaba al primer grupo de especialistas del país cuya práctica e investigación estaban enfocadas a la anestesia y a la analgesia. En 1938 es nombrada jefa del nuevo Servicio de Anestesia de su hospital. Durante los primeros años, fue el único miembro a tiempo completo en ese nuevo Servicio y sus responsabilidades eran para intimidar a cualquiera: coordinar la anestesia de todas las operaciones, formar a nuevos especialistas, enseñar a estudiantes de medicina e iniciar la investigación sobre anestesia.

Llegó a anestesiar a más de 20.000 pacientes, pero el trabajo que más le gustaba era la analgesia o anestesia durante el parto.

A Virginia le horrorizaba la falta de cuidados que recibían muchos recién nacidos. Los nacidos malformados, prematuros o cianóticos que no respiraran bien eran clasificados como nacidos muertos, se les apartaba y se les dejaba morir. Se creía que estaban demasiado enfermos para vivir. Apgar pensaba de otra manera y en 1952 diseña un sistema de puntuación que permitió que las enfermeras valoraran el estado de los recién nacidos en una escala de 0 a 10. Eligió 5 variables: pulso, respiración, tono muscular, color y reflejos y decidió que la evaluación se hiciera al minuto de nacer y se repitiera a los 5 minutos. Un recién nacido tenía 2 puntos si todo su cuerpo estaba sonrosado, dos puntos si lloraba, dos puntos si respiraba de forma vigorosa, dos puntos si movía las cuatro extremidades y dos puntos si la frecuencia cardiaca era superior a 100 latidos por minuto. Diez puntos significaban un recién nacido en perfectas condiciones y 4 puntos o menos significaban un bebé muy débil.

Este sistema de puntuación se publicó en 1953 y desde entonces transformó el parto. Cambió un concepto clínico intangible por un número que todo el mundo podía registrar y comparar. Condicionó a que los obstetras hicieran lo posible para que sus recién nacidos tuvieran puntuaciones mejores. En todos los hospitales del mundo, cada niño que nacía tenía anotada una puntuación al minuto y a los 5 minutos. Rápidamente se vio claro que un recién nacido con una puntuación baja al minuto tenía que ser resucitado con oxígeno o calor para que tuviera una puntuación excelente a los 5 minutos. Desde que se publicó la escala de Apgar, se han diseñado, publicado, evaluado y usado varios sistemas de puntuación para matematizar síndromes, enfermedades, o las posibles respuestas al tratamiento. Ya hay sistemas de puntuación para medir la actividad de enfermería y se diseñarán escalas numéricas para predecir cuánto tiempo permanecerá un determinado paciente en un hospital. Pero debemos recordar que el uso de los sistemas de puntuación en la práctica clínica no tienen en cuenta los valores del profesional sanitario ni del paciente, que son inherentes a cualquier decisión terapéutica.

Virginia Apgar falleció el 7 de agosto de 1974 en el mismo centro en donde se formó y trabajó durante más de 20 años. Su legado y su grandeza han dejado una huella entre nosotros. Hoy en España, tan sólo muere un recién nacido a término por cada 2.000 nacidos y una madre por cada 20.000. Si hubiesen persistido las estadísticas de 1940, más de 2.000 madres y cerca de 20.000 recién nacidos habrían muerto el pasado año. Buen día y hasta luego.