No está claro que Angela Merkel ofrezca el liderazgo que Europa necesita, pero lo mejor en tiempos complejos es gente con sentido común y que haga bien las cuentas. Las de Merkel parecen claras: para que haya corresponsabilidad en las pérdidas hace falta que exista corresponsabilidad en los ingresos y el límite del gasto. O sea, para tapar bien los agujeros, con seguridad de que no se vuelven a abrir, hay que ceder soberanía. Esto debería de sonarle bien a cualquier europeísta, pero falta algo para que todo cuadre. La soberanía habrá de ejercerla alguien y ese alguien, para tener verdadero poder, debe proceder de la voluntad popular. Por más que se quiera ir por el tradicional camino de la economía (la UE nace de la CEE, Comunidad Económica Europea) hay un punto a partir del cual habrá que abordar la unión política. En mi opinión, un presidente elegido por los europeos.