Tenemos a Compay II y a copago I, ambos máximos representantes del folclore de sus respectivos países, con la diferencia de que el primero canta y el segundo no tiene ni músi-ca ni letra. Pero independientemente de que la palabreja se la hayan sacado de la manga y no figure en el diccionario de la Real Academia, sí que viene figurando en el "codiscurso" político desde hace varios meses.

También lo llaman líneas de cooperación con la iniciativa privada encaminada al copago corresponsable de las correspondientes facturas encaminadas a cosufragar la cuenta compartida por nuestros conspicuos conciudadanos coetáneos que armados de coraje cooperan en salvar al coacusado en el pleito de los coherederos que más que familia parecen codelincuentes o coautores, como diría un cubano: ¡carajo! Si conllevar no es "llevar con", sino llevar con sufrimiento, copagar no es pagar en compañía de otros, sino pagar sacando la cartera.

La realidad que nos rodea es que aquí va a pagar todo hijo de vecino, porque los países de nuestro entorno europeo, unos de una manera y otros de otra, todos pagan, la cuestión es que cada uno tiene su propio escandallo donde por colores los clasifican para el pago desde una cantidad simbólica hasta el total del importe.

Si hay que pagar se paga, pero al menos deben arbitrarse las medidas necesarias para que sepamos cuánto, cómo, dónde y por qué, para que de esta manera podamos aminorar el impacto, como por ejemplo entre otros muchos, me consta que son legión los despachos de farmacia que para hacer frente a la crisis están dispuestos a ampliar el horario de apertura con el consiguiente beneficio para los usuarios y no hacen sino ponerles impedimentos.

Lo que se echa en falta en España es una planificación para hacer creíble hasta dónde se quiere llegar y con qué medios se cuenta y por supuesto decir la verdad, ya que siempre ha sido fácil hablar claro cuando no se va a decir toda la verdad. Hay que ser austeros tanto en las formas como en el fondo, y ahora más que nunca están en boca de todos los famosos signos externos de la época franquista.

En la primera década del siglo XXI jamás hubo una acumulación de riqueza tan enorme en todo el mundo desarrollado que desvirtuó nuestro estatus de vida hasta el punto de llegar a creernos que realmente podíamos seguir al mismo ritmo mucho tiempo. Algunos dicen que pagar a escote es una injusticia, pero a veces ocurre que: 'cuando son los caballos los que han trabajado, es el cochero el que recibe la propina'.