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Dos veces breve

La literatura se hace cargo

El factor humano siempre merodea las muertes sin autor conocido. Ocurre con el caso Nisman, tras las declaraciones de su informático de cabecera e íntimo amigo, Diego Lagomarsino, que le facilitó la pistola. Diego dice que, tras la muerte, invocó al espíritu del Fiscal para que le dijera (pues él cree en las señales), pero no compareció. Esto ayuda a enterrar el secreto de esa muerte en las cavernas del misterio, de donde es difícil ya que salga. Sólo nos queda la literatura, que no es poco, y sería un rico legado de esa muerte. Un buen candidato sería Graham Greene, y otro García Márquez, pero ya no pueden. ¡Por favor, que no arruine la historia un literato menor u oportunista! ¿Dónde se ha hundido la Excalibur del caballeresco Alberto Nisman, en un lago enigmático, en el profundo mar o en el hermético sino? Lagomarsino, una señal ternaria en su propio apellido.

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