Después de reunirse y hablar con un señor muy conocido de la gestora nacional del PSOE José Miguel Rodríguez Fraga, presidente de la comisión gestora regional, ha deslizado unas sorprendentes declaraciones, según las cuales los socialistas canarios "van a reunirse con todos los grupos parlamentarios para buscar coincidencias frente a la gestión del Gobierno de Fernando Clavijo" o algo por el estilo. Poco antes el señor muy conocido de la gestora nacional había advertido que lo que ha hecho Clavijo -se refería a romper el pacto entre CC y el PSC-PSOE- "tendrá respuesta". No lo pude escuchar, pero apuesto a que sonó muy terrorífico, muy amenazador y muy gutural y que los periodistas llegaron a las redacciones temblando. En fin, que el señor Rodríguez Fraga, alcalde de Adeje desde hace casi treinta años -en este caso treinta años en el poder representan una fuente salutífera de democracia política y bienestar social, no como en el de otros sinvergüenzas- aclaró que, aunque sería deseable, no podrá presentarse una moción de censura contra el Ejecutivo coalicionero. Pero se van a reunir mucho, una barbaridad, a todas horas. Algo parecido ocurre con una hipotética moción de censura en el Ayuntamiento de La Laguna. Ah, bien le gustaría que se presentara, cómo le alegraría las entretelas del corazón, pero en fin, igual no se puede. Y así durante más de media hora.

Como el PSC-PSOE formó parte del Gobierno autónomo durante 18 meses, y todavía el pasado diciembre votaron a favor del proyecto de presupuestos generales para 2017, solo puede concluirse que el motivo central de presentar una moción de censura consistiría, precisamente, en haber sido expulsados del Ejecutivo. Todos estos aspavientos, amenazas y admoniciones están destinados al consumo interno, pero el PSC, y en especial sus dirigentes, no deberían perder demasiado tiempo en estas tonterías, cuando les urgen otras tareas en las que la organización socialista se juega su supervivencia como fuerza política determinante en el futuro de las Islas. Debe articular y llenar de sentido político una oposición sólida y creíble como alternativa, reconstruir equipos de dirección en complejos procesos congresuales, definir liderazgos y corregir programas a partir de sus seis años y medio de experiencia gubernamental, responder al desafío cada vez más acuciante que supone Podemos en términos estratégicos y electorales, reformar sus protocolos de pacto y negociación política. El PSC-PSOE debe sobrevivirse a sí mismo, reinventarse programáticamente, eliminar edípicamente a los restos de una minoría que oligarquizó el partido y que ahora se marcha dejando un paisaje devastado. Juguetear a mociones de censura imposibles o escenificar grotescos paripés no debería formar parte de la agenda del PSC.