Es una expresión que oí en boca de Pedro Molina (que recibió recientemente el reconocimiento institucional que le había otorgado el común) quien, con ironía y sensatez, describe en esta frase el comportamiento acrítico que nos caracteriza.

Reconozco que es difícil desintoxicarse y, desde luego, en los procesos de esa naturaleza, es necesaria la voluntad del afectado para recobrar la normalidad y el acompañamiento de amigos leales que compartan el objetivo de "reincorporación" a la vida cotidiana anterior al "subidón". Es la grandeza de la democracia que nos devuelve a todos, incluso a los más grandes, a la humilde condición de ciudadano común. Solo tenemos que asumirlo con humildad para llevarlo bien.

También es cierto que los que llevamos la política en la sangre no podemos dejar de reflexionar y, algunos, consideran que sus aportaciones son tan relevantes para la ciudadanía que se ven en la obligación de hacerlas públicas. En mi opinión, es recomendable un periodo temporal suficientemente amplio para evitar que puedan ser consideradas producto de la resaca política y gocen de la autoridad que otorga la experiencia de un "ex".

Encontrar el lugar adecuado, después del ejercicio intenso de la política, es complejo. Desde luego, es preciso tener la disposición personal de pasar página para encontrar un espacio en el que se continúe siendo útil al conjunto de hombres y mujeres que nos auparon a los puestos institucionales. A esa gente, organizada en partidos, se le debe la máxima lealtad, sin excusa, incluso a costa de la negación de uno mismo. Sin ese colectivo, que pidió y obtuvo el respaldo de muchos miles de conciudadanos y conciudadanas, no hubiera sido posible la historia política de cada uno de nosotros. Los expresidentes de Canarias, Jerónimo Saavedra, Fernando Fernández, Lorenzo Olarte, Manuel Hermoso, Román Rodríguez y Adán Martín, lo entendieron bien y fueron todos leales a los suyos a pesar de los episodios de "maltrato" que, cada uno de ellos, podría contar de sus respectivos partidos. En efecto, los partidos no son entes generosos con las personas que han entregado gran parte de su vida, con aciertos y errores, al servicio público. No están organizados para ello y, los que hemos tenido algún grado de responsabilidad en nuestras organizaciones, hemos sido, también, ejecutores de decisiones, personales o colectivas, que han afectado e, incluso, apartado, de la vida pública a compañeros y compañeras. De ello, es buen ejemplo y puede dar fe Paulino Rivero, en su condición de secretario general de ATI y, después, como presidente de Coalición Canaria (buen presidente, por cierto).

Debemos aprender, por tanto, a buscar nuestro nuevo lugar y a que los partidos ofrezcan nuevos espacios. Desde luego, la Fundación que la nueva ejecutiva insular de Coalición Canaria en Tenerife pretende revitalizar es, a no dudarlo, un espacio adecuado para el debate político, la recepción de reflexiones y la regeneración de las ideas. Un coctel de experiencia e innovación, conscientes de que quienes deben gestionarlo hoy, son los que asumen -en todos los niveles- la responsabilidad pública. La experiencia, si quiere ser tenida en cuenta, debe ser humilde.

A propósito de la moción de censura contra Coalición Canaria en el Ayuntamiento de Icod de los Vinos, sin perjuicio de los motivos locales (que no creo que existan), es cierto que evidencia una alianza del PP, PSOE, C's y NC contra la opción nacionalista con mayor representatividad institucional en Canarias. Sin duda, es resultado de una confluencia de intereses. De una parte, la necesidad de reafirmación de liderazgo en el PP, después de los errores durante la negociación para la incorporación al gobierno; con los socialistas canarios en proceso de definición de posiciones y en plena reorganización; un partido como Ciudadanos que identifica nacionalismo con anticonstitucionalismo y, niega todo pacto con nacionalistas al tiempo que lo hace con NC (¿considerará que no es nacionalista?) y, desde luego, todos siguiendo la estrategia de Nueva Canaria que tiene como horizonte, poder hablar de igual a igual con Coalición Canaria.

Desde luego, estoy convencido que en todos los partidos hay dirigentes dispuestos a aliarse con su mayor contrincante político para alterar el resultado de la voluntad popular en contra de Coalición Canaria. Pero no es menos cierto que, también en casi todos, hay dirigentes con mayor visión estratégica de su propia realidad electoral y de los intereses de la población de Canarias y que rechazan esas alianzas que responden a una máxima del pasado político que proclamaba que cuanto peor para el país, mejor para ellos.

La fortaleza de Coalición Canaria está, como siempre, en el apoyo de la población. Si tenemos apoyo, tendremos fuerza, en caso contrario, seremos débiles. En democracia, son los votos de los conciudadanos, los que otorgan la fuerza necesaria para alcanzar objetivos. En esta legislatura, es innegable que el apoyo obtenido en votos, ha dado un resultado muy positivo en términos de recursos económicos y políticos a favor del pueblo canario. El peso político del voto de Ani Oramas, y el de Pedro Quevedo en el Congreso de los Diputados, es evidente y, afortunadamente, han sido complementarios. En efecto, y a pesar de que el PP abandonó el gobierno en la primera legislatura del presidente Rivero y que, durante la segunda, la confrontación abierta quemó todos los puentes con los populares en una bronca improductiva y excesivamente personalista, el respaldo electoral permitió la acción política del presidente Clavijo y restableció una relación quebrada con manifiestos y exitosos resultados para Canarias en estos dos primeros años de legislatura -condonación del ITE, recursos del REF fuera del sistema de financiación, recuperación de los convenios con el Estado, incremento de las partidas de los PGE...-

Hemos empezado a romper el aislamiento al que Soria sometió a Canarias en la anterior legislatura y que supuso una confrontación constante con la anterior presidencia del gobierno de Canarias que, afortunadamente, contó con la inteligencia, buen hacer y lealtad del vicepresidente socialista y nos dio esperanza a los que defendimos una alianza estable PSOE-CC. No pudo ser, pero, desde luego, no será atribuible -por mucho que se quiera decir- al presidente Clavijo. Todos sabemos, incluidos los dirigentes del PSOE, que la representación socialista para el gobierno no fue la mejor para nuestras Islas.

Solo la perspectiva del tiempo puede acabar con la negación de la realidad o la construcción de una nueva narración cuya característica principal es que ésta se sustenta en medias verdades, inexactitudes o en el intento de construir una percepción oportunista de esa realidad.

No es lugar para informar con detalle, sobre la generosa disposición del presidente Clavijo para avanzar con NC en favor de las opciones nacionalistas. Soy testigo directo de ello y Román Rodríguez y Carmelo Ramírez, también. Seguiremos defendiendo la unidad, bajo las fórmulas que sean posibles en cada momento (alianzas puntuales, programas comunes, coaliciones, unidad, etc.) porque es lo más favorable para el pueblo canario. Sin embargo, es precisa la voluntad de ambas partes y NC no está por la tarea en estos momentos. Por ello, Coalición Canaria debe seguir liderando el espacio nacionalista como única garantía de la defensa autónoma de los intereses de nuestro pueblo. Rivero, en su condición de presidente de Coalición Canaria, no solo fue testigo privilegiado sino, en gran parte, protagonista principal de la separación de los compañeros y compañeras de Gran Canarias que dio lugar a la constitución de Nueva Canarias. Fue un error, terrible, que paga hoy el nacionalismo y que la sensatez y seriedad de ambas opciones políticas (CC y NC) han evitado que pague el pueblo de Canarias.

En similar sentido, es notable el restablecimiento del diálogo con el PP y, se abre de nuevo, a la normalidad política el partido socialista de canarias. Sus decisiones de futuro, condicionarán la gobernabilidad en las Islas. Coalición Canaria hizo pública su posición política en la intervención de Ani Oramas cuando apoyó a la investidura de Pedro Sánchez. Desde luego es deseable para la voluntad de diálogo del presidente Clavijo una interlocución más estable con el PSOE, como la que afortunadamente tuvo el presidente Rivero.

Es por ello que discrepo de la opinión de Paulino Rivero respecto a que Coalición Canaria se encuentre en una situación de extrema debilidad "como nunca antes en sus 24 años de existencia" después de la moción de censura en Icod de los Vinos, la salida de los socialistas del Gobierno y la ruptura de las negociaciones con el Partido Popular. No comparto ese análisis, es propio de otras opciones políticas que refieren una foto fija de un gobierno sustentado en la fragilidad de una exigua minoría. Es conveniente recordar que Coalición Canaria es la primera fuerza política en representación en un Parlamento fuertemente atomizado y primera fuerza política en cinco islas en un contexto competitivo en el que han irrumpido nuevos actores políticos.

Lamentablemente, hay que recordar que durante una etapa no lejana, perdimos 11 ayuntamientos y los cabildos del El Hierro y La Palma, lo que generó un evidente clima de inestabilidad de los pactos locales que contrasta con el acuerdo que hoy sigue vivo en las corporaciones locales e insulares con el Partido Socialista. La pérdida de esas instituciones debilitó a Coalición Canaria como nunca antes. Al respecto, he compartido con Rivero en muchas ocasiones, la relevancia del peso político de Coalición Canaria (del nacionalismo constitucional canario) en el Congreso de los Diputados y coincidíamos en que los posicionamientos nacionales, insulares y locales de los partidos estatales están condicionados, en gran medida, por la capacidad de interlocución canaria en Madrid. El hecho nuevo es que el PP tiene dependencia de dos interlocutores canarios. Reflexionar estratégicamente sobre estos y otros extremos es tarea a realizar en el ámbito interno del partido, a la que me comprometí hace unos meses con Paulino Rivero.

Aun con ello, y consciente de las dificultades, la agenda legislativa del gobierno de Canarias se ha desarrollado positivamente. Así, además de la aprobación de los Presupuestos y de la relevante ley de crédito extraordinario para la financiación de los servicios públicos, se aprobó la simplificadora y actualizada la Ley del Suelo para el desarrollo de la actividad económica en un territorio, real y efectivamente, protegido. Y, de otra parte, avanza la Ley de Servicios Sociales sobre la que las personas comprometidas de todos los partidos esperamos que, como la anterior y la ley de los menores, sea aprobada por una amplia mayoría parlamentaria.

Coalición Canaria sigue situada en el centro político, con la presencia activa de un ala progresista. Coalición Canaria ha seguido jugando un relevante papel en las políticas de Estado, desde la responsabilidad, apoyando la gobernabilidad y reconstruyendo las relaciones quebradas durante los años de la pasada legislatura.

No tengo que explicar a Paulino Rivero la relevancia de sus posicionamientos públicos y, desde luego, no cuestiono su legitimidad para hacerlo. Sin embargo, si apelo a su responsabilidad de expresidente del partido y del gobierno ante su gente. La que le apoyó durante tantos años. La que se sorprende ahora de sus reflexiones públicas y le invito a retomar su participación en los órganos del partido. Yo asumo el compromiso buscar el espacio para el debate.

Termino como decía Pedro Molina: "Todo el mundo habla de lo suyo, menos yo, ... que hablo de lo mío".

Víctor Díaz. Exconsejero de Empleo y Asuntos Sociales del Gobierno de Canarias y militante de Coalición Canaria