El respeto que me merecen todos los equipos de fútbol que hay en danza, no es desigual. Pero declaro que sí son más grandes y apretados mis abrazos y alabanzas para la UD Las Palmas, aunque en ella, a veces, alguno parezca ser "troncocol" (que es un decir). Los abrazos son para quienes sé, conozco y compartí los muchos dramas y saraos deportivos , que no fueron pocos, pasando por tinieblas y amaneceres.

Son de los muchos que todavía, si no murieron, repasan cantando los reales y emotivos episodios de la sencilla pero hermosa canción del nacimiento de la Unión Deportiva Las Palmas, de la que -dicen- todavía les salen frases ardientes de lo más "adrento" del corazón. Y explican después por años la posterior historia aun latente. ¡Esa UD Las Palmas es mi preferida! Y lo es con razón, porque como siempre he dicho y seguiré diciendo: ¡La vi nacer y la ayudé a crecer!

Ahora viendo que el pollerío amarillo, junto a algún querido peludo más, confabulados todos con Don Pepe Mel con su consejo pasivo y sin panderetas, se revoluciona todo con un par de coletazos huyendo del trasero y el anuncio que le sigue es, en voz baja "para el domingo más contra el Deportivo de la Coruña" ¿Más?

¡Qué grande sería para toda la afición, presidente, entrenador y su tropa, y doble para mí , dicho sea de paso, porque me ayudará a cumplir al día siguiente mis 95 años, de los que, por cierto, en 70 de ellos reímos o lloramos juntos por los deportes sobre todo en fútbol subiendo o bajando de todas, todas sus categorías, incluso la europea. ¡Todas! Bueno, nos faltan dos todavía dos de ella. La de Tercera, por abajo (que no tuvimos, ni queremos, ni Dios que lo quiera) y la Champions.

Ahí estamos esperando a ver cómo crece el césped y a la vez, ¡bendito sea el Señor!, a que con la paz y la madurez de opinión de Don Pepe Mel este azufre y fortalezca desde el galletón a la infancia, una zafra como aquella en cuya parcela cavila que cavila se metieron un día Luis Molowny y Manuel Velazquez a elegir la morralla con la que no solo acabaron como campeones juveniles de España en Murcia, sino que dejaron la huella marcada para que triunfaran los sucesores.

Siempre conviene eludir lo malo y aspirar a lo bueno. ¿Es el caso? Pues ya sabe, ¡a luchar por lo bueno! Y si no, ponerse chungos, cerrar los ojos y entonar cariñosamente aquello de: "El año 49 del siglo XX, la Tierra de Gran Canaria te vio nacer. Se unieron los cinco equipos que habían en la Isla, y desde entonces son amarillas todas las huellas que suelo hacer".

"Los años 50 fueron los del despegue. Los años 60 fueron confirmación. Yen los 70 fuimos con alto vuelo, en amarillo rozando el cielo jugando al toque con el balón"...