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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

Iglesias y los periodistas

La izquierda de rastro comunista suele digerir mal las críticas de los medios de comunicación, a los que siempre suele atribuir motivos espurios vinculados a la propiedad de los periódicos, televisiones y radios. Salvan de la quema a los sustentados por los propios aparatos del partido, o sea, los ideológicos, o a los que se desenvuelven en la jungla de las redes sociales, sin firma ni responsabilidad, o en manos, paradójicamente, de los grandes gurús que dan soporte a los mensajes de odio. Por ello, no es nada extraño que Pablo Iglesias, en esa tradición tan suya del dogma, utilice el púlpito ministerial para arengar contra los periodistas y decir que también deben ser objeto de crítica por parte de los políticos. Es curioso que la reflexión en voz alta, nada menos que en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, la haga cuando está envuelto en el embrollo del caso Dina. No vamos a defender aquí que todo lo que crece en el ámbito mediático es perejil del verde: hay periodistas mercenarios, golpistas, conspiradores, manipuladores y mentirosos, y los hay de los que creen en la libertad y que día sí y día no se tienen que tragar sapos y hasta boas, como ha ocurrido desde que se inventó el periodismo. Y sigue siendo igual, incluso ahora en que los medios de comunicación sufren el embate de la crisis de la pandemia con la mayoría de los periodistas en ERTE. Pero el agitado mundo sobre el que Iglesias aplica su bisturí es grande, contradictorio y defectuoso gracias a la libertad de expresión y de información; en caso contrario, sólo existirían los periódicos, radios o televisiones que el gobierno de turno quisiese. La grandeza y miseria de la democracia es tener que admitir la existencia, y hasta respetarla, de productos infumables, tóxicos y al servicio de elementos inquietantes. Iglesias, como vicepresidente, tenía que haber sido generoso y alabar la libertad de expresión, aunque su acción política venga siendo sometida a escrutinio. Trump, Bolsonaro, Xi Jimping, Maduro, Putin, Díaz-Canel o King Jong-il tienen herramientas para controlar (algunos para encarcelar) a periodistas disconformes, e incluso para cambiar las leyes para cerrar un periódico o para que no exista. Se trata de un mundo que nos es ajeno, al menos desde hace décadas, por lo que se nos antoja como marginal el pensamiento del vice. Pero lo que queda meridianamente claro es que Iglesias tiene un problema con los periodistas que lo critican. Siempre le queda los tribunales.

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