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Flora Pescador

Félix Juan Bordes entre la energía y la sensibilidad

Félix Juan Bordes

Nos ha dejado Félix Juan Bordes un artista dotado de una potente sensibilidad creadora que se movía entre la arquitectura, la pintura, el grabado, el cine, y también el paisaje. Un artista completo, diverso y único.

Entusiasta del paisaje canario y preocupado por su deterioro, ponía su energía creadora en lo que denominaba la visión “borrosa y atenta” del aire y la luz. Alguien dotado de una cualidad especial para detectar la explosión del color, del ambiente y de los lugares, pero también, de las fuerzas que construyen o destruyen un paisaje.

Muchas de las imágenes de los cuadros de Félix Juan nos transportan a un mundo propio de lugares que seducen casi tanto como aparentan reconocerse. En muchos de sus cuadros parece vislumbrase una estructura que equilibra la imagen. Un fondo estable heredado de su complejo y rico mundo disciplinar entre la arquitectura y la pintura. Sobre una banda horizontal, como la que se dibuja en el horizonte implacable del mar insular, construye y equilibra un mundo que parece moverse, fluctuar y vivir. Una auténtica explosión creativa y casi biológica. Edificios de agua, de aire y de luz.

El pensamiento de Félix desvela el orden sensible que a veces existe dentro del caos, la cualidad no solo de la belleza canónica o sublime sino también de la belleza que se enconde en la fealdad, de lo aparentemente desordenado y de lo inacabado, como a veces expresaba que sucedía en algunos paisajes canarios, intensamente codificados y muy antropizados, necesitados de una visión como la suya sensible y armoniosa. Una buena parte de su reflexión como artista y como arquitecto le llevó a trasladar y compartir este concepto hacia una visión más consoladora del paisaje y de algunos de los lugares construidos desde la más absoluta improvisación.

Félix Juan nos transmitía desde la Escuela de Arquitectura o en las reuniones de la Real Academia Canaria de Bellas Artes la importancia de hacer las cosas bien con el mismo nivel de exigencia que se concedía a sí mismo y que también exigía a los demás. Crítico y riguroso a la vez, conmovía con sus argumentos y sus brillantes planteamientos expresados con un ímpetu entre apasionado y sereno del que era muy difícil sustraerse. Los compañeros de la Real Academia Canaria de Bellas Artes le echaremos mucho de menos. Félix Juan Bordes era muy joven cuando murió, la edad real en este caso no cuenta, sólo su espíritu arrollador y su desbordante energía nos llevaba a pensar que siempre estaría ahí, y este final tan brusco nos ha dejado tristes, con la palabra en la boca y con la necesidad inconsolable de vociferar al aire dándole las gracias por su enorme legado y por la calidad de su trabajo que hoy nos enriquece a todos los canarios.

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