Querido amigo, el deseo de todas las personas es desde siempre el poder acabar sus días en casa rodeado de su familia, pero esta maldita pandemia ha conseguido que nos traten como apestados, obligándonos a morir solos en la cama de un hospital o en la de una residencia de ancianos en la que nos atiende una gente extraña disfrazada con mascarilla y bata de color verde.
Hasta ahora creía que lo peor que te podía pasar en la vida era morir solo, pero aún debe ser peor terminar tus días con gente que te hace sentir solo.
Todos siguen hablando de lo mal que está siendo gestionada esta enfermedad por parte del gobierno, pero nadie dice cómo tendría que gestionarse ni tampoco sugiere alguna idea que pueda solucionar el problema. Y es que destruir es más fácil que construir
Mientras tanto, todos siguen hablando de lo mal que está siendo gestionada esta enfermedad por parte del gobierno, pero nadie dice cómo tendría que gestionarse ni tampoco sugiere alguna idea que pueda solucionar el problema. Y es que destruir es más fácil que construir.
A los que deberíamos confinar es a los partidos políticos, y obligarlos a formar un frente común contra la epidemia, para que compartan esa responsabilidad con generosidad y sin ningún interés partidista, tal como exige la ocasión.
Sin embargo, siguen aprovechando esta circunstancia para obtener rentabilidad política. Y luego se quejan de que la política tenga tan mala prensa.
Los españoles somos cada vez más pobres con esta crisis, y tenemos más muertos que la mayoría de los países de la UE.
De seguir así, solo quién viva en países ricos tendrá derecho a envejecer, o eso es al menos lo que parece después de ver lo costoso que resulta mantener a los pensionistas por la administración pública.
Ahora dicen que los viejos no son necesarios y también asocian la juventud con el día y la vejez con la noche. Habría que recordarles a los que así piensan que es necesaria la oscuridad de la noche para ver las estrellas…
Todos somos necesarios en esta sociedad y, aunque somos libres de elegir, no somos libres de las consecuencias de nuestra elección.
Al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida que te han dado los años. Los jóvenes tienen que aprender que equivocarse no es fracasar, sino que es la única posibilidad de comprobar que hay mil formas de hacer las cosas que no funcionan, porque la vida es como la fotografía convencional, que el negativo es fundamental para obtener una buena imagen.
Hablamos mucho del deterioro que nos produce la edad, pero, como dijo Michael Caine cuando le preguntaron si le preocupaba envejecer, hay que pensar, dada la alternativa, que no es lo que más nos deba preocupar.
Quiero terminar con una frase de Theodore Roosvelt, el carismático Presidente de Estados Unidos (1858/1919) que dijo que, para triunfar en la vejez, hay que empezar lo antes posible.
Tenemos derecho a envejecer, Gregorio, porque, como tú bien sabes, solo los que hemos pasado de los setenta podemos ofrecer un amor que dure toda la vida…
Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.
