La Provincia - Diario de Las Palmas

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Lamberto Wägner

Causalidades

¿Por qué en muchos países se sigue circulando por la izquierda?

¿Por qué llevamos el reloj como pulsera?

¿Por qué el teclado de los ordenadores tienen la extraña disposición denominada QWERTY?

Sin duda son hechos cotidianos en los que no nos paramos a pensar, pero cuyo curioso ori- gen puede tener más que ver con la casualidad que con una causalidad mejor fundamentada.

Cuando Inglaterra adoptó la circulación rodada por la izquierda, ya en el siglo XVIII, impo- niéndola más tarde en todos sus dominios de la “commonwealth”, lo fue, según la hipótesis más plausible, para que el cochero pudiese coger las riendas de sus monturas con la mano izquierda, dejando la derecha libre para fustigar a los caballos, sin peligrar la integridad de los peatones por cualquier latigazo descontrolado. Y aunque hoy día con la circulación mecanizada no existe la menor razón para ello, sigue dicho sentido vigente, como en Australia, Sudáfrica, la India, Japón por contagio, y en muchos otros países o antiguas colonias inglesas en las que los automóviles van provistos de volante a la derecha.

Tomamos por evidente que un aparato que nos informe de la hora vaya lógicamente como pulsera en nuestra muñeca. Pues dicho “capricho” era motivo de burla y fuente de todo tipo de chascarrillos en Norteamérica, tan tarde como en 1916. Hasta entonces lo usual era el clásico reloj de bolsillo con su cadenita correspondiente, mientras que el incipiente reloj de pulsera era un simple remedo cuyo desarrollo venía condicionado por necesidades militares. Por ello los mazacotes iniciales que se desarrollaron tenían por objeto ser utilizados en las trincheras y debido a sus lógicos defectos de infancia, cristales que se astillaban, tamaño incómodo etc. sufrieron en sus inicios las guasas y el desprecio de la población civil. Circunstancia que no desaprovecharon los europeos que sí calibraron precozmente su potencial, apoderándose de la industria relojera para ya no soltarla hasta nuestros días.

El teclado de las máquinas de escribir, y de su sucesor el ordenador, tiene una disposición de las letras bastante estrambótica -los caracteres QWERTY de la fila superior- que no responden a criterios ergonómicos o de economía de movimientos. El origen está en las im- perfecciones técnicas de las primeras máquinas. Al pulsar con cierta velocidad letras contí- guas, las varillas tenían tendencia a trabarse. Por ello el propósito inicial de la ubicación fue el de evitar la colindancia de teclas cuyas letras fuesen de uso frecuentemente correlativo. Todo ello ateniéndose lógicamente al idioma inglés. Para entendernos, en castellano podrían haber sido obligadas a mantener una distancia profiláctica por ejemplo la L con la A, o la D con la E, dada la frecuencia de las palabras “la” y “de”. Sea como fuere, para cuando la técnica había superado tales limitaciones, la patente de dicha disposición había sido ya adquirida por la puntera marca Remington, que la impuso en todos sus modelos, perpetuándose por inercia en todo el ámbito mundial de la mecanografía.

Como es bien sabido, toda generalización conlleva sus excepciones. En Suecia, donde se conduce por la derecha desde 1967 existe paradójicamente toda una flota de vehículos con el volante a la derecha: son los vehículos de correos, modificados para poder los carteros apear-se en la acera y hasta introducir las cartas en los buzones sin tener que apearse del coche.

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