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Javier Durán

RESETEANDO

Javier Durán

La Gran Vía que no es la Gran Vía

El anuncio por el Ayuntamiento de la creación de una Gran Vía desde Alcaravaneras a Triana, como eje peatonal para el paseo ciudadano, no debe fomentar en el imaginario colectivo la rúe principal de Madrid, referente urbano de toda ciudad necesitada de ínfulas.

Aquí es el camino inverso a partir de cero: entrar a hachazos en barrios saturados de vehículos a la búsqueda de aparcamientos, faltos de zonas para el esparcimiento, carentes de espacios verdes, algunos de ellos con mucha marginación y con aceras deformes por las que apenas cabe una persona. Frente a la otra Gran Vía que se llenó de cines y edificios de nueva construcción coronados por esculturas con dioses de la antigüedad, esta Gran Vía, entiendo, trata de regenerar un tejido urbano y social deteriorado, insostenible y ruidoso. La capital tiene caminos para ir de un extremo a otro, aunque rodeados de tráfico, como la Avenida Marítima o el mismo Paseo de Chil. La iniciativa municipal (a hacer en años), imaginamos, trata de crear un corredor urbano para el sosiego y a la vez dar un impulso a los pocos comercios de cercanía que quedan, cuyas economías han fenecido devoradas por las grandes superficies comerciales. Llegar al objetivo no es fácil: no vale sólo con pintar el asfalto de un color y poner maceteros en cada esquina. Están los impuestos, la limpieza, la seguridad ciudadana, la protección de inmuebles por su arquitectura y por sus usos tradicionales. Espanta el nivel de tráfico que se extiende a lo ancho y largo de Ciudad Jardín, cuya fisonomía racionalista se evapora cada vez más por la ausencia de vigilancia. Sería impactante poder alcanzar la Catedral si tener que atravesar la autopista de la degradada calle Bravo Murillo ni el híbrido entre carretera y aparcamiento irregular que se ha creado en el Guiniguada a su paso por Vegueta-Triana. Los obstáculos para transformar LPGC son muchos, producto de la desidia y de un urbanismo especulativo ajeno a las necesidades de sus habitantes. ¿Estamos a tiempo para reparar el desaguisado y el daño?

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