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Matías Vallés

Al azar

Matías Vallés

El eterno regreso del Rey

Los cortesanos reclaman llorosos el regreso y tal vez reingreso inmediato del vigoroso Juan Carlos I de Abu Dabi, porque alguien ha de poner orden. Las vicisitudes del desterrado conducen inexorables a uno de los retratos más exactos del Borbón, donde se deberá disculpar de antemano la extensión de la cita:

«El monarca, que se titula rey moderno y no espera heredar mucho, solo ansía una cosa: acumular dinero. Gasta considerablemente más de lo que le proporciona el Estado, y como por otra parte no tiene la seguridad completa de que continuará siendo rey hasta su muerte, apela a los negocios para juntar una fortuna rápidamente. Por esto ha arriesgado muchas veces el prestigio de la monarquía comprometiéndose, con la ligereza propia de su carácter, en todos los negocios que le proponen. Pero deben ser negocios en los que no arriesgue ningún dinero, aportando solamente a ellos su influencia personal».

Fin de la cita y de un excelente resumen del reinado que la Audiencia Nacional premiaría con algunos años de cárcel. Con la salvedad de que Vicente Blasco Ibáñez escribió el texto mencionado en los años veinte del siglo pasado y describiendo a Alfonso XIII, abuelo de Juan Carlos I. Ni siquiera procede el comentario obligado sobre la continuidad de las tradiciones que caracteriza al régimen monárquico. Con un matiz, el autor de Cañas y barro publicó el aquí extractado «Por España y contra el rey» sin saber lo que ocurriría un siglo más adelante. En cambio, los españoles actuales conocían al detalle el comportamiento del antepenúltimo Borbón. La repetición de los comportamientos rebaja la urgencia del vuelo Abu Dabi-Madrid, dado el eterno regreso de los reyes. Por lo visto, Felipe VI no intenta desligarse de su padre, sino del tronco de su dinastía con un resultado desigual y quizás insuficiente. Aparte de que el retorno alentaría un interrogante simplón, qué queda de un rey que no paga ni los impuestos que rubrica.

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