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Reflexión

El espíritu revolucionario ineficiente

Todos los franceses tienen interiormente un componte revolucionario e igualitario aunque éste sea ineficiente. Se han ajustado mucho las diferencias. Emmanuel Macron, que ha sido descrito como un objeto indefinido no identificado, gana en los departamentos con mejores resultados económicos, y recibe el voto de los inside, mientras Marine Le Pen de las áreas más deprimidas y de los que están outside o sienten que pueden estarlo. En este 2022, con una izquierda fragmentada en hasta seis partidos y un Partido Socialista Francés (PSF) debilitado, el filósofo francés Jean-Luc Mélenchon ha obtenido más votos a la izquierda de Macron. Hundimiento de los partidos tradicionales del republicanismo y el socialismo. El Reagrupamiento Nacional es el primer partido de Francia, con una estructura asentada, con una actitud liberal sobre LGTBI. Vox está más cerca de Eric Zemmour. En Francia, el Frente Nacional y la Reagrupación Nacional han penetrado en la clase obrera por sus políticas sociales. Cosa que no ocurre con la extrema derecha española. Zemmour ha obligado a Marine Le Pen a centrarse en el centro derecha y ha hecho que sea más aceptada, y ésta ha centrado toda su campaña en la «teoría del reemplazo»: la inmigración sustituye el espíritu francés y el cristianismo, por ello, la inmigración cero.

Todavía los franceses no sienten en sus bolsillos los efectos de las aceptables cifras macroeconómicas de Gobierno saliente, –deberían tomar nota los gobernantes de nuestro país–, sus reformas han sido muy criticadas, así como la gestión de la pandemia. Todos recordamos esa frase de «quiero fastidiar a los antivacunas». Frase que retrata el perfil personalista y autoritario de su máximo dirigente. Incluso en la guerra de Ucrania se vistió como Zelenski, intentando ocupar el espacio de liderazgo mundial de Angela Merkel. Lo cierto es que hay una descomposición política de los partidos tradicionales que en estas elecciones no termina por recomponerse. Una sociedad, la francesa, socialmente muy fragmentada. La economía y las políticas sociales formarán lo central del debate en la segunda vuelta. A pesar de ser Francia un estado con déficit e importante deuda pública, hay movimientos que demandan que el Estado ofrezca todo lo que se necesita, como fue las propuestas de los chalecos amarillos.

Falta ver el segundo tiempo, pero si la segunda vuelta se convierte en un plesbicito sobre Macron, se puede producir un vuelco. Esta es la tercera vez que la derecha se presenta a una segunda vuelta, basada en un «republicanismo», como dice si va tanta veces el cántaro a la fuente podríamos tener una sorpresa, y lo peor sería que el proyecto europeo se vería debilitado en el nuevo orden mundial que se configura de forma acelerada.

Los liderazgos que crean muchas expectativas, su desilusión acaba en las ansias de venganza social. Los miedos y desafíos para la mayoría social de esta época seguirán abiertos. O quizás todo lo que viene ocurriendo de forma dialéctica e hipotética traduce que las ideologías toman un significado como el género o la orientación sexual. Entonces, todo es más hondo que una confrontación electoral.

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