La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

Manchas verdes

Tenemos que acostumbrarnos a distinguir entre la verborrea de la fake green y las iniciativas honestas y leales con el cometido de crear espacios urbanos más habitables y sanos para el organismo humano. Las Palmas de Gran Canaria es una ciudad, por desgracia, absorbida por la fake green dado que ha sido pasto de un cúmulo de inventivas que no se llevan a cabo o que resultan rentables de cara a unas elecciones, pese a que son irrealizables o que serán metidas en un cajón por el gobernante entrante. Pero para todo hay simulaciones: mientras los proyectos que sonaron como relevantes extensiones ajardinadas o corredores verdes (laderas del Lasso, eje Tamaraceite-San Lorenzo- San José del Álamo, La Laja, montañas de La Isleta o el Guiniguada-Autovía) agonizan o mueren, no pasa un día en que no se anuncie una acción minimalista con plantaciones que pretenden ser ejemplarizantes. O en su caso, surge del mecano urbanístico, siempre dispuesto a sorprendernos con cualquier frankenstein, otra vía: una zona de esparcimiento que amplía el atiborrado parque Santa Catalina, un pseudobosque (quizás el primero junto a un muelle) que sorteara las instalaciones portuarias, el acuario, y los tantos obstáculos que por allí proliferan. Y mientras esto ocurre o ocurrirá, o no, la ciudadanía sigue soñando con un espacio a salvo de la masificación, donde se pueda prácticar deporte sin estrecheces, sin cemento, con especies coronadas con copas que nos salven de las altas temperaturas, con fuentes capaces de refrescar, con el murmullo relajante del agua de fondo, con terrazas para aliviar la sed, inspirador para acometer el comienzo de un libro, encantador para celebrar un picnic, único para pedalear, especial para oír al músico urbano o para disfrutar de un espectáculo callejero... Hace décadas que LPGC aspira a tener un lugar con estas características, un propósito que, como se ha dicho, ha tenido intenciones, algunas hasta fervientes, pero que por razones mayormente especulativas han quedado convertidas en cenizas de papel. Tampoco han faltado compromisos incumplidos como el de la rehabilitación de la zona ajardinada de Altavista, sumida en el abandono, ajena al paseo de los ciudadanos y muerta en vida, lejos del significado que la misma tuvo en la primera modernización de la capital. La nómina, por tanto, para la creación de un gran pulmón natural en el municipio es bastante larga y se encuentra llena de telarañas, algunas tan longevas que la misma evolución urbanística las hace ya imposibles. La misma construcción de la Circunvalación no sólo ha supuesto un alto consumo de suelo, sino una herida lacerante para el área rural de LPGC, sin que hasta ahora exista una idea global para remediar el golpe, tanto en lo que refiere a la importancia de la naturaleza en el combate contra el cambio climático como en la desaparición de una economía y tradiciones vinculadas a la agricultura y la ganadería. Asistimos a una transformación, seguramente que traumática, que en modo alguno se soluciona con parterres de flores ornamentales y plantaciones testimoniales de árboles. Las sorprendentes subidas de temperatura, así como los efectos de las mismas en la salud de las personas, son señales más que reconocidas para empezar a tomarse en serio la política medioambiental. Hay que salir de la rueda del fake green, la modalidad con la que pretenden transmitirnos un supuesto interés, que, realmente, no es otra cosa que ocupar los retales del territorio (el sobrante de la especulación) con mojones de hipocresia. Resulta tedioso pedirle al que cree que tiene la ciudad colmatada de árboles que haga algo más, puesto que igual que un loro parlanchín te enumerará los miles y miles que ha pegado dentro los alcorques. Y la pregunta es: ¿Y qué? Y es que se reclama una realidad verde acorde con los casi 400.000 habitantes,

Compartir el artículo

stats