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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

Hola, soy derrochólico

Inauguración 'Biotopías 3' - arte, ecología y tecnología JC Castro

Hola, me llamo Javier Durán y soy derrochólico. Tengo la austoestima más cimentada desde que Transición Ecológica y Reto Demográfico me ha encapsulado como consecuencia de su campaña contra el derroche energético. Hasta ahora no estaba catalogado, o más bien se lo tomaban como una especie de maldad: de la misma manera que están los que se dejan los chorros de agua abiertos, existen los que van por las estancias del domicilio pulsando todos los interruptores. Es cierto que me quedé de piedra cuando se formalizó el padecer y me dijeron que tenía que asistir a reuniones con otros derrochólicos para hacer confesiones en voz alta: qué tipo de placer provoca; las estancias preferidas para cometer el despilfarro; qué potencia de luz es la idónea; led o bombillas incandescentes; horario favorito; número de personas en casa... Más o menos son los temas que se dan a conocer en voz alta, unas veces de manera serena y otras con tinte dramático dada la autoinculpación del que ha reincidido. Hay un tipo absolutamente malgastador cuyo perfil no vaticina nada bueno. Quizá por ello lleva semanas insultando a la ministra del ramo, la promotora de la campaña, a la que considera un auténtico bicho por asignarle una enfermedad que no aparece en ningún diccionario científico. Hay días que cambia el discurso y se mete con Putin y su ataque a Ucrania, la razón básica por la que él ha pasado a ser un enfermo. Antes del conflicto bélico y de que los recibos de la energía se viesen contaminados, podía disfrutar como un enano encendiendo todos los interruptores que se encontraba a su paso. Hasta los dejaba activos tras marcharse al trabajo, desde donde fantaseaba sobre el importante desaguisado que estaba provocando. Tras el diagnóstico como derrochólico, o sea derrochón, algunos se han acercado hasta el médico de cabecera para la prescripción facultativa de un medicamento. El galeno se ha quedado estupefacto. Desconocía el mal. Dijo que llamaría al gabinete de Teresa Ribera por un clarísimo intrusismo en el ámbito médico.

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