Papel vegetal

No hay peor ciego que el que no quiere ver

El presidente de Francia, Emmanuel Macron.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron. / Reuters

Joaquín Rábago

Joaquín Rábago

Dice el refrán castellano que “no hay peor ciego que el que no quiere ver” y esto es lo que parece que les pasa a los gobiernos de la UE a la hora de enfrentarse a las consecuencias de la guerra de Ucrania.

Y la principal consecuencia es de tipo económico: la pérdida de competitividad que se deriva sobre todo de la práctica duplicación de los precios que pagan por una energía que ha dejado de llegarles de Rusia.

Llevan tiempo algunos políticos germanos, especialmente los de la ultranacionalista Alternativa para Alemania, denunciando al Gobierno de coalición de socialdemócratas, verdes y liberales que preside el canciller Olaf Scholz de no defender los intereses del país.

Pero lo más sorprendente en todo caso es que incluso una publicación liberal estadounidense como Politico, considerada tradicionalmente próxima a los demócratas, parece ver lo que no parecen o quieren ver muchos en Berlín, en Bruselas y otras capitales europeas.

Admitía abiertamente esa publicación algo de lo que uno se ha ocupado ya en algún artículo anterior, y es que EEUU ha aprovechado la guerra de Ucrania para alejar a Europa de la energía barata rusa mientras pone el foco en su principal objetivo, que no es otro que una guerra a distancia contra China.

El demócrata Joe Biden, escribía Politico, persigue en el fondo los mismos objetivos que Donald Trump, su predecesor republicano en la Casa Blanca, pero lo hace con mucha mayor habilidad.

Según esa revista estadounidense, Europa se siente ahora “perpleja y traicionada” por una ley norteamericana claramente proteccionista como es el llamado Inflation Reduction Act, que con el loable argumento de la necesaria transformación ecológica puede infligir, sin embargo, un duro golpe a las economías europeas.

Desde la retirada de EEUU de Afganistán, pasando por la venta de submarinos nucleares a Australia, en abierto desafío a Francia, que pretendía lo mismo, y ahora con esa nueva ley de incentivos fiscales y subvenciones a las empresas estadounidenses, Biden ha cogido por sorpresa a los europeos.

Y éstos se preguntan cómo es que el Gobierno de Washington no les informa de sus planes cuando ellos se han mostrado tan solidarios con Estados Unidos en el conflicto militar con Ucrania.

Acaso el único país líder europeo que ha sabido en cierto modo reaccionar es el presidente francés, Emmanuel Macron, que acusó a EEUU de aplicar un doble rasero en materia de energía y comercio que sólo puede perjudicar a Europa.

Según algún diputado europeo con el que habló Politico, la UE confía aún en que Biden devuelva esa ley proteccionista al Congreso para ver si se mitigan algunos de sus efectos más nocivos para la industria europea, algo que nadie se cree, sin embargo, que vaya a suceder.

Y como escribía también esa publicación, mientras la UE busca vacilante una respuesta sin lograr formular su propia estrategia coherente para competir con China, EEUU, en lugar de solidarizarse con sus aliados transatlánticos, trata en cambio de atraer inversiones europeas.

La UE debería de hecho financiar un proyecto propio de transformación ecológica similar al diseñado por la Casa Blanca, pero su economía se enfrenta a graves dificultades que tienen que ver sobre todo con el precio del gas licuado, procedente en parte de EEUU, que debe sustituir al gas ruso, pero que es mucho más caro.

La conclusión que uno puede sacar de todo ello es que EEUU se ocupa una vez más de sus propios intereses mientras que a los europeos sólo les queda lamentarse de falta de información y de prácticas desleales. Efectivamente, no hay peor ciego que el que no quiere ver.

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