Retiro lo escrito

Ganar y volver a ganar

Alfonso González Jerez

Alfonso González Jerez

Para ganar unas elecciones, muy grosso modo, basta con tener más o menos contentos a los funcionarios y a los pensionistas. Por supuesto existen otras variantes a considerar. Pedro Sánchez, por ejemplo, debe obtener un buen resultado en Cataluña si pretende que el PSOE sea la fuerza más votada y recomponer desde esa situación una mayoría parlamentaria similar a la actual. Para reforzarse el señor Sánchez anunciará durante o inmediatamente después de las fiestas navideñas nuevas medidas (más perritas) para fortalecer lo que llaman, desde su marvelismo proletario, el escudo social. Y con eso basta. Así que el movimiento es doble: por un lado forzar los procedimientos legales para satisfacción de los independentistas catalanes -- también se chalanea con los independentistas vascos, pero por el momento con cosas de merendar, no de comer – y por otro seguir diluviando ayudas y auxilios y bonificaciones mientras se redoblan las guerrillas culturales, que han llegado ya a la conclusión que es su premisa: la derecha española es fascista y representa una amenaza al orden constitucional. En cuarenta años jamás he visto una exhibición de cuñadismo progre como en los últimos días, un escuadrismo mediático tan disciplinado y servil como el actual. Gobierna desde hace tres años un gabinete integrado por socialdemócratas y comunistas cuyo presidente nos pastorea con decretos leyes pero en realidad todo esto es un matrix controlado por Núñez Feijoo. Las mentiras insultantes de Sánchez, por ejemplo, no son tales, sino alteraciones no sistémicas de la realidad alternativa construida por el matrix neofranquista. Presentar ante el Tribunal Constitucional un recurso de amparo – como en el pasado presentó el PSC desde el Parlamento de Cataluña -- es «intentar controlar la democracia por la puerta de atrás», y eso no lo dice un tontolaba de tertulia televisiva, sino el ministro de la Presidencia, Félix Bolaño. Es una expresión muy interesante. La puerta de atrás es una locución muy próxima a “la puerta de servicio”: metáforas que encierra la auténtica opinión del señor ministro—quien sabe si del resto del gabinete – sobre la naturaleza del Tribunal Constitucional.

Se trata, por tanto, de avanzar en la negociación con el independentismo sin dejar de garantizar que no se está negociando nada con ellos, en particular en el caso catalán. Estirarán el chicle todo lo posible para ceder a un ritmo (electoralmente) razonable y que de repente el país se encuentre inmerso en un nuevo proceso constituyente para terminar sustituyendo el actual Estado cuasifederal en un estado confederalizado. O lo que sea porque Sánchez y sus cuates avanzan improvisando y transando asumir la agenda política y la retórica de ERC a cambio de apoyo parlamentario hasta finales de 2023 y más allá. Es una metodología de gobierno disparatada, peligrosa y farsante, cada vez más alérgica a los controles exigidos por la gobernanza democrática y que prescinde de la mitad de los ciudadanos españoles – los que votan partidos conservadores, liberales o regionalistas – ante cuya sensibilidad y participación en el espacio público compartido Sánchez, pese a presidir el país, no se siente concernido.

¿Y en Canarias? En Canarias la fórmula es muy parecida, pero un poco más grotesca, porque aquí el poder político no dispone de la industria cultural y de la clerecía izquierdosa que se adensa en Madrid y que sostiene hace décadas lo que Pedro Herrero ha bautizado como el PSOE estate of mind. Funcionarizar a miles de empleados de la administración pública, subir 8,5% las pensiones, aumentar ayudas, subsidios y rentas básicas, destinar millones a la propaganda. Y (como en Madrid) una oposición con los ojos abiertos, como conejos atónitos al ser iluminados por los faros de un coche que no es capaz de difundir una alternativa convincente.

Suscríbete para seguir leyendo