Reseteando

La importancia de ganar la lotería

La tabaquería Bazar Itaca, en la calle Rafael Cabrera, vende un décimo del 05490, primer premio de la lotería de Navidad.

La tabaquería Bazar Itaca, en la calle Rafael Cabrera, vende un décimo del 05490, primer premio de la lotería de Navidad. / ANDRES CRUZ

Javier Durán

Javier Durán

Priorizar la salud frente al dinero ha sido el consuelo para los que no se llevaron nada en la lotería. Pero suele ocurrir que en este país una cosa va unida a la otra, sobre todo cuando el especialista avisa de que un cáncer explosivo está haciendo de las suyas. Ahí, la importancia de hacerse con un premio radica en que no hay que meterse en el pelotón de la lista de espera que carcome a la sanidad pública. Uno, al llegar a una edad otoñal, contrae determinadas aflicciones, como si tendrá o no parné suficiente para pagar a un asistente/a que le cambie los pañales y lo saque a la calle para cargar el cuerpo de Vitamina D con un rayito de sol. Son los momentos en que se echa de menos una cuenta bien cebada de euros. La importancia de ganar la lotería, por supuesto, tiene que ver con las ganas inmensas de tapar los agujeros: los alemanes, sin ir más lejos, ahorran como cosacos (y se aburren lo indecible) para tener una vejez tan afinada como un piano. Los españoles, en cambio, siempre tenemos orificios que rellenar, deudas que salen y entran en la familia de la misma manera que lo hacen los ácaros. Y así no hay fórmula posible para construir una jubilación europea. Otros lo tienen mucho peor: en los supermercados, en la caja, hay clientes que devuelven a la cajera parte de lo que llevan en su carro por falta de liquidez para hacer frente a la factura. Lo hacen con vergüenza, con la esperanza de que ningún vecino se entere del vuelco que se vive en la casa por culpa del paro. La importancia de ganar la lotería, por tanto, no tiene que ver con los sueños de grandeza de una segunda residencia, un yate, un viaje alrededor del mundo, una renovación caprichosa de la decoración o nuevos electrodomésticos. Hay de todo, como en la viña. Algunos, afectados por una entrada a raudales en la cuenta corriente, perderán la cabeza y el montante ganado enredados en negocios, patrimonios e inversiones que superan su coeficiente. Una gran mayoría, sin embargo, deseará ser agraciado con lo justo para vivir tranquilo, algo que en este país es realmente complicado, con o sin ansiedad.

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