Desde la arena

Contra la barbarie de lo útil

Nuccio Ordine.

Nuccio Ordine. / Laura Caballero

Andrés Montes

La concesión del premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades a Nuccioj Ordine es un reconocimiento a «la utilidad de lo inútil», por tomar el paradójico y expresivo título de su libro más conocido. Van veintiocho ediciones (Acantilado), 80.000 ejemplares vendidos en España en diez años, que ya de por sí son un desmentido de que lo inútil no resulte provechoso. Ordine (Diamante, 1958) hace de su autoproclamado «manifiesto» un manual de resistencia frente a la férrea exigencia sistémica de rentabilizar a cualquier precio hasta el último rincón de la vida, de privarnos del conocimiento como una forma placentera de adentrarse en el mundo. Frente al utilitarismo ramplón y avasallador, este profesor de Literatura Italiana en la Universidad de Calabria defiende como útil «todo aquello que nos ayuda a hacernos mejores».

En una perspectiva de los nombres que jalonan estos premios, el que ahora recibe Ordine estaría en la línea de George Steiner, Umberto Eco o Emilio Lledó, figuras intelectuales de primer rango coincidentes en el empeño de humanizar la desoladora existencia en la que nos confina la imposición de un modo de vida marcado por el dominio del beneficio económico, la falsa eficiencia y, como añadido más reciente, el ritmo desnaturalizado del corralito tecnológico. En el plano personal, Ordine guarda mucha afinidad con Eco como intelectual con gran empuje mediático, desenvuelto en público, con un punto provocador. Incluso domina bien el diseño de los textos que un lector de hoy está dispuesto a encajar con un esfuerzo razonable. Los suyos son libros de un tamaño medio, muy estructurados, de exposición ágil cuando se adentra en el vericueto de los clásicos. Quizá de ahí la razón de su éxito editorial.

«Los hombres no son islas», su libro más reciente en español, de comienzos de este año, lleva como título secundario «Los clásicos nos enseñan a vivir» y se inscribe en esa tendencia editorial a exponer referencias permanentes que rompan con la dominancia del pensamiento único. Su obra anterior «Clásicos para la vida» (2016) es una «pequeña biblioteca ideal», una guía selectiva y orientadora de lo que conviene llevar puesto como bagaje lector. Y eso incluso aunque sepamos, como bien demuestra la historia, que ni siquiera esos recursos bastan para redimirnos del animal que llevamos dentro. «Ni la gran lectura, ni la música, ni el arte han podido impedir la barbarie total», concluye Steiner una de sus reflexiones sobre el siglo XX.

«La utilidad de lo inútil», su joya personal, se publicó en España en 2013 y es quizá el más radical de los tres en lo que tiene de denuncia de la forma en que «la lógica del beneficio mina por la base las instituciones (escuelas, universidades, centros de investigación, laboratorios, museos, bibliotecas, archivos) y las disciplinas (humanísticas y científicas) cuyo valor debería coincidir con el saber en sí, independientemente de la capacidad de producir ganancias o beneficios prácticos».

En el palmarés más reciente de los premios Princesa de Asturias hay una muestra redonda de lo que, con ejemplos propios, Ordine sostiene en su libro. El valor reside, en este caso, en que la utilidad de lo en apariencia inútil abrió paso a vacunas que recondujeron el desmesurado mal de la pandemia a proporciones sanitariamente controlables. La bioquímica húngara Katalin Karikó dedicó cuarenta años a un trabajo oscuro, al margen de la corriente dominante en su ciencia, perseverante frente al rechazo de quienes consideraban inviables los procesos de inmunización basados en la molécula del ARN. Hubo de mediar una catástrofe global para que esta mujer recibiera el reconocimiento que nunca antes tuvo y que sin la concurrencia de su empeño habría alcanzado proporciones todavía mayores. Son situaciones como la de Karikó las que llevan a Ordine a defender que «el hecho de ser inmune a toda aspiración al beneficio podría constituir, por sí mismo, una forma de resistencia a los egoísmos del presente, un antídoto contra la barbarie de lo útil que ha llegado incluso a corromper nuestras relaciones sociales y nuestros afectos más íntimos».

Es una resistencia a seguir el paso que nos marcan, a la domesticación que siempre tiene un efecto reductor sobre la morfología de las especies, que en nuestro caso consiste en un achatamiento del horizonte vital, en encoger nuestra visión del mundo, en desposeernos de la parte más humana.

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