Punto de vista

¡Gracias, mago!

David Jiménez Silva, con una de las cuatro Premier League que conquistó con el City.

David Jiménez Silva, con una de las cuatro Premier League que conquistó con el City. / LA PROVINCIA / DLP

Rubén Reja

Rubén Reja

Una maldita lesión ha destronado para siempre a una leyenda del fútbol mundial. El final más ingrato posible en forma de lesión sentencia la retirada de David Silva y su fútbol infinito. Este ya exjugador se ha convertido, por derecho propio, en historia viva de las páginas más gloriosas del deporte.

Con apenas cuatro años, trataba de golpear la pelota cuando se colaba en los entrenamientos que dirigían su padre y su tío en el CD Arguineguín. Aquel niño correteaba detrás del esférico con una ambición impropia. Sus ansias por acariciar el balón lo empujaban a estar detrás de la portería para olfatear el gol hasta el punto que un fuerte balonazo le fracturó el brazo. Pese al percance, su obsesión desmedida por el balón hacía que, con la escayola en ristre, volviese al día siguiente a las andadas sobre el campo de tierra. Esta es la tenacidad que describe a David Silva, que cuelga apesadumbrado las botas que regalaron tantas alegrías al fútbol español.

‘El mago’, como se le conocerá ‘sine dice’, es un icono que rindió a sus pies a millones de aficionados con su talento y goles (es el cuarto mayor realizador de la selección en su historia).

Este tipo tranquilo siempre rehuyó los protagonismos estériles. Su timidez y sencillez fuera del campo se transformaban en una espontaneidad y un desparpajo únicos en los partidos que le auparon a lo más alto del universo futbolístico.

A su elegancia en estado puro se le resistió la Champions y debutar con la UD Las Palmas. Pero el campeón del mundo y de la Eurocopa (por dos ocasiones) fue de los primeros nacionales en abrir la lata de la aventura inglesa, brillando durante una década con el Manchester City donde abrazó la gloria con casi cien goles y cuatro ligas.

El campeón del mundo se ha ganado, a golpe de balón, el cariño de la afición mundial. Un sentimiento que se intensificaba cuando el grancanario besaba el tatuaje en su muñeca con el nombre de su prima después de anotar un gol. La manera más entrañable de acordarse de su prima pequeña, Cynthia, que con tres añitos perdió su batalla contra el cáncer. Un gesto que guardaremos en la retina y que echaremos en faltalos que amamos el fútbol eterno. ¡Gracias, mago!

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