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Cristina Pedroche responde a las feroces críticas por mostrar su recuperación post partoInstagram

Artículos de broma

Javier Cuervo

No les hagas ningún caso

Las mujeres deben cuidarse de explicaciones femeninas que llevan recibiendo toda la vida de las abuelas, las madres, las brujas, las monjas, las feministas, las anarrosas y las revistas de moda y moral de modelos que modelan

El cabreo con Cristina Pedroche durará poco, porque pronto mostrará una debilidad, pero en su tipazo posparto hay una lección si alguien la quiere escuchar. Otra lección para mujeres, lo lamento. No hay sexo más aleccionado por los siglos de los siglos. Se habla mucho del «mansplaining», el tío que explica a la mujer como si ella no supiera o entendiera, pero las mujeres deben cuidarse de explicaciones femeninas que llevan recibiendo toda la vida de las abuelas, las madres, las brujas, las monjas, las feministas, las anarrosas y las revistas de moda y moral de modelos que modelan.

Al lío, es decir, a Pedroche. Acaba de tener una niña y de hacerse unas fotos en bikini en las que no quedan huellas de la carga de carne, huesos, líquido amniótico y placenta del embarazo. Como es instagramer, influencer y todo eso, se muestra y da su lección: «aquí no hay suerte ni milagros, hay mucha preparación antes y durante el embarazo. Vida saludable, deporte, comida sana y meditación».

Las reacciones saltaron a la misma velocidad instagramática y Pedroche se convirtió en Perroxe, si le aplicamos la nueva grafía del odio en red. Que si tiene tiempo, necesidad, recursos económicos y naturaleza física para recuperarse de las que la inmensa mayoría de las mujeres carecen. Tesis y antítesis.

La respuesta da la clave de todo. Una persona pública que muestra su cuerpo frecuentemente y con ello consigue seguidores que la hacen rica da lecciones a mujeres que no son públicas, no enseñan el cuerpo y no ganan dinero con seguidores. La única lección que puede dar tiene más que ver con la riqueza frente a la pobreza y con la explotación estética del físico con la imagen frente a la explotación física del cuerpo con el trabajo. Aquí, una; allí, otras. Hace falta individualizar la recepción de los mensajes públicos siempre, más si se es mujer por la incesante lluvia de propaganda y publicidad que cae sobre su cabeza. Una mujer no son todas las mujeres. No todas las mujeres son hermanas y, cualquiera lo sabe, hay hermanas cabronas.

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