Opinión | Reseteando

El final de 4.000 abuelos y abuelas

Carteles colocados en las mascarillas aparecidas en el Palacio del Vino de Almendralejo.

Carteles colocados en las mascarillas aparecidas en el Palacio del Vino de Almendralejo. / / SES

No es una casualidad que la palpitación periodística de los pelotazos de las mascarillas y otros suministros coincida con el informe de la Comisión de la Verdad sobre el holocausto de las residencias de Madrid, donde murieron en pandemia 7.291 mayores. Ambas aberraciones integran un mismo pack de indignación: echen cuentas y calculen cuánta pasta de la devorada por los comisionistas hubiese servido para mejorar la medicalización para atender a tantas víctimas. La inacción de la Fiscalía está detrás de la acción de unos ciudadanos honrados y dolidos para saber qué arrastró hacia la muerte a 4.000 ancianos, a los que se tenía que haber ingresado en unidades hospitalarias o ser atendidos en las residencias, pero con los medios adecuados. La oportunidad de la salida a la luz de este informe trágico resulta clarividente, dado el contraste entre el cerco de la guadaña y el enriquecimiento de tanto estraperlista, incluida la pareja sentimental de Isabel Díaz Ayuso (aunque parezca una tomadura de pelo), responsable política última de la gestión sanitaria de la comunidad madrileña. La sección más dramática se sustancia en el triaje para la desviación de los enfermos a unos hospitales atestados de pacientes, los llamados «protocolos de la vergüenza». Se deduce de la estrategia inhumana que el objetivo drástico era reconducir la presión en la ocupación de los centros hospitalarios. De manera que los dependientes físicos, los afectados por un deterioro cognitivo y los que sufrían comorbilidad se quedaban sin el pasaje de la salvación, probablemente unos respiradores para hacer frente a una neumonía. No sé si a este dosier de la Comisión de la Verdad se le va a dedicar tanto espacio como a los avatares de esos comisionistas, que forman parte del lanzamiento perpetuo de flechas que van de un lado a otro en el Congreso de los Diputados. Los hunos y los hotros, que decía Unamuno en su Examen de conciencia. La tremenda extinción de estos abuelos y abuelas, puesta al desnudo más cruel, tendría que ser la mole principal de unas jornadas muy negras.

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