Opinión | Cartas a Gregorio

Las corbatas son de talla única

Querido amigo Mucho se ha dicho a favor y en contra de la corbata, ese pedazo de tela que se puso de moda a mitad del siglo XVII durante la Revolución Francesa cuando llegaron al país galo los mercenarios croatas, que llevaban un pañuelo de color rojo anudado al cuello.

La corbata ha sido, además, un símbolo de poder asociado al convencionalismo de la fuerza masculina representada a través de las formas fálicas. Sin embargo, hoy en día estos convencionalismos se han ido transformando y su significado depende más del status social de cada uno.

La llevan generalmente los hombres, pero también las mujeres hasta el punto de que, a mediados del siglo XX, se convirtió en un símbolo de emancipación de las primeras feministas.

Hoy podemos hablar de igualdad, y hasta diría que el empoderamiento de las féminas es tan guerrero que algunas señoras en la última manifestación del día de la mujer parecía que estaban celebrando el día de las fuerzas armadas…

Como cualquier prenda de vestir, la corbata puede decir más de lo que pensamos de quién la lleve, y esconde múltiples significados según sea su portador un hombre o una mujer, cuestión que ha ido evolucionando a lo largo de la historia.

Sea como sea, Gregorio, una mujer con corbata es, cuando menos, una burla irónica sobre el hombre, y en el peor de los casos, un grito de rabia contra el dominio patriarcal.

La medida de este apósito tan popular suele ser de alrededor de 145 cm de largo, mientras que el ancho va desde la enorme de Beethoven hasta la «corbata de bolo», que era la que se lucía en Nuevo México a principios del siglo pasado, o las finas de cuero del grupo británico Teddy Boys de los setenta.

Mi tío Paco era un personaje singular que vivió sin compromisos más de ochenta años. Nosotros decíamos que era soltero de nacimiento, y había estado trabajando en la Delegación del Sindicato Vertical hasta que un día, cansado de ver a tanto sindicalista inútil, solicitó la jubilación anticipada tras provocarse un ataque de asma.

Por su trabajo, siempre iba de chaqueta y corbata, pero con su despiste habitual, solía exhibir algún que otro lamparón en la corbata. Total, que, cuando encontraba una a su gusto, se compraba tres o cuatro iguales para no tener el problema de quitarle las manchas de grasa.

En la última campaña electoral, a Pedro Sánchez se le ocurrió recomendar a sus ministros y altos cargos que no llevaran corbata como medida para bajar la temperatura del aire acondicionado y ahorrar energía, lo que provocó la indignación de la patronal del sector, que le reprochó en un comunicado que su recomendación ponía en peligro el futuro de muchas empresas textiles dedicadas a la fabricación y venta de complementos masculinos.

Decir, finalmente, que la corbata es la única prenda igualitaria que tenemos.

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.