El caso del grancanario Juan Andrés Godoy Rivero tiene completamente aturdidos a los neurocirujanos de Canarias. Según los médicos, este joven grancanario, de 37 años de edad, sufre una malformación arterovenosa en el tálamo que produce una muerte inmediata e irreversible a todo aquel que lo padezca. Sin embargo, ninguno se explica cómo Juan Andrés, no sólo sigue vivo, sino que tiene sus facultades mentales en perfecto estado.

Tal es así, que tras consultar con médicos de toda España, y hasta algunos del extranjero, y encontrarse con una ciencia médica completamente perpleja ante su situación, Juan Andrés ha escrito un libro titulado El salto, una obra que se mueve entre la literatura y la filosofía, y en la que da una explicación más bien metafísica a su caso.

Con 20 años de edad, a Juan Andrés le sobrevino el primer síntoma serio de que tenía este problema. El joven ingresó el 21 de mayo de 1994 en el Hospital Insular y estuvo tres meses y medio en coma, en la UVI, donde le dieron el diagnóstico Glasgow 7. El Glasgow es un método de medida de los comas. El nivel 7 es el estado inconsciente, pero con reflejos, mientras que el Glasgow 10 es la muerte cerebral.

En medio de esto, hubo una escapada a Madrid con su madre, Reyes Rivero, para probar otro método en el Hospital Ruber Internacional, donde estuvo tres días en radiocirugía gamma que no sólo no lo mejoró, sino que le produjo un nuevo resangramiento. Desde entonces, su madre se ha dirigido a todos los neurocirujanos posibles que conoce. "No hacían nada", recuerda Reyes Rivero, "leían el historial y lo que me decían es que lo único que podían hacer es felicitarme, porque no se lo podían explicar, que era la única persona que, con este historial, estaba viva y en buenas condiciones y decían que si él estaba vivo quizás otros podían estarlo".

Otro aspecto curioso es que Juan Andrés no ha tomado nada, ni una aspirina, y ni siquiera ha tenido conatos de epilepsia, que suele ser lo habitual con una lesión parecida. "Nadie se atreve a dar un diagnóstico, pero, tras el coma, mi hijo ha podido recuperar el cerebro", señala. Para Reyes Rivero su hijo ha tenido la mala suerte de nacer en Canarias, porque en Estados Unidos lo hubieran estudiado profundamente. "Quería llevarlo a Cuba para que lo viera la doctora Hilda Molina, la primera mujer que operaba el Parkinson, pero envié el historial al Instituto sobre el Cerebro y contestaron que con ese historial no sabían cómo tratarlo", añade Rivero.

El propio Juan Andrés Godoy señala, por su parte, que los médicos no se explican cómo está vivo porque su cerebro sufre daños en sus partes más delicadas ya que el problema está en el tálamo, que es la espina cerebral del cerebro. "Le dijeron a mi madre que en dos horas iba a morir, pero tras salir del coma lo increíble es que tengo el cerebro mejor que antes del derrame", señala. Los primeros momentos, sin embargo, no fueron tan sencillos. "Poco después de despertar sufrí una pentaplegia, no movía los párpados, pero pasado un tiempo los pude abrir, y tampoco podía mover el cuerpo y hablar", pero después recuperó también el habla.

Juan Andrés señala que "estoy en contra de la ciencia médica, pero no de los médicos. Pienso que la ciencia no puede explicar muchas cosas". Godoy medita sobre esto en El salto, un libro que puede resultar confuso al principio, pero que engancha totalmente a mitad de su lectura.