A principios del XX, el antropólogo René Verneau anotó que, "a pesar de no comer de la caza, los grancanarios sienten pasión por ella. Se apoderan de los conejos de la misma forma que en Fuerteventura, o sea, con la ayuda de un galgo y un palo. En la mayoría de las casas se encuentra un viejo fusil, todo desmembrado, con frecuencia arreglado por medio de un bramante..." En Fuerteventura llegó a constituir una plaga terrible.

El prolífero lepórido es oriundo de África, de donde pasó a la Península Ibérica y prosperó admirablemente; escribió Estrabón en su Geografía que "estos animalitos, minando las tierras, arruinan los plantíos, devorando sus raíces y sus semillas…" De hecho, parece ser que el nombre de Hispania viene de I shepahm-im, en hebreo tierra o costa de conejos. De su existencia entre los antiguos canarios tenemos controversias; Antonio de Viana al hablar de su alimentación los menciona entre las carnes preferidas: carnero y cabra, y Torriani que "son en número infinito en Lanzarote", pero esto no acredita que los hubiera en tiempos prehispánicos, pues según el historiador Francisco Pérez Saavedra fue traído por los castellanos en los primeros años de la colonización: "Y tanto prosperaron que a los naturales de esta isla se les conozcan por el gentilicio de conejeros". Además, precoces exploradores como N. da Recco, G. E. da Zurara o Da Ca'da Mosto no lo citan, si bien López de Gomara anotó que un aborigen canario "engullía en una comida 20 conejos" y Viera y Clavijo -quizá siguiendo al cronista- escribe que los había en Fuerteventura como también Morales Padrón. No sé, no sé, pues si nos atenemos a unos precisos textos de Abreu y Galindo fueron traídos a La Gomera hacia 1535 por Sancho Barreda, señor de Juan Álvarez, mayordomo del Convento de la Candelaria -de ahí que no aparezca en la relación de animales y plantas que en el Segundo Viaje (1493) Colón se llevó a América para su aclimatación y prosperidad-, a Tenerife y La Palma los llevó Pedro Fernández de Lugo y a El Hierro Diego de Herrera. Por otro lado resulta curioso observar cómo, entre los topónimos inspirados en el conejo, Monte Coelho (Santa Brígida) es en lengua portuguesa ¿por qué no castellana? ¿Fueron los primeros azucareros lusitanos quienes los trajeron?

Todo indica que, a pesar de que el conejo es norteafricano, como lo fueron los iberos, los primitivos canarios no lo embarcaron; cuestión que nos deja pensando, pues si en aquellas ignotas embarcaciones portaron animales de la envergadura de la cabra, cochino, oveja o perro ¿por qué no lo trajeron? Y lo mismo la gallina, oriunda de Asia, aclimatada en Europa y apreciada entre los romanos, quienes, por entonces, dominaban el reino de Mauritania que iba desde este hoy moderno país hasta Argelia. Y para terminar con las preguntas, ¿por qué nunca se ha aclimatado a su prima, la liebre? o ¿por qué no aparece en la dote de animales que la Corona entregaba al embarcar a aquellos infelices canarios que poblarían varias regiones de América, por mor del Tributo en sangre, en la segunda mitad del XVIII?