La división del trabajo entre los hombres aborígenes era mucho más acentuada que entre las mujeres. El pastoreo, la preparación de los suelos agrícolas, la tala de árboles, la explotación de materias líticas (obsidiana, toba volcánica)... y, en definitiva, todas aquellas actividades que implicaban un gran desarrollo físico, eran patrimonio casi exclusivo de los hombres en la etapa prehispánica en Gran Canaria. Las mujeres estaban más implicadas en el ámbito doméstico, se encargaban de las actividades relacionadas con el mantenimiento y cuidado de la casa, los niños, los enfermos...

Esta es una de las principales conclusiones de la tesis doctoral El trabajo fosilizado. Patrón cotidiano de actividad física y organización social del trabajo en la Gran Canaria prehispánica, desarrollada por el investigador de la Universidad de Las Palmas (ULPGC) Jonathan Santana, con el objetivo de profundizar en las funciones laborales que socialmente asumían los antiguos canarios en su vida cotidiana, intentando humanizar el registro arqueológico legado al presente.

"Nuestra intención era la de trascender a aquellos personajes que los textos etnohistóricos proponían casi como los únicos protagonistas de esta sociedad: guanartemes, guayres, faycanes... Surgía entonces la necesidad de aprehender a los antiguos canarios en aquella faceta donde podían existir indicadores que concurrían y ponían su acento para explicar las desigualdades sociales: el trabajo".

Con estas premisas comenzó un exhaustivo trabajo de investigación, de cuatro años de duración, que concluyó el pasado 16 de diciembre con la lectura de la tesis doctoral, dirigida por los profesores de Historia Amelia Rodríguez y Javier Velasco, con la que obtuvo la máxima calificación, sobresaliente cum laude.

En total se estudiaron 182 individuos procedentes de diez necrópolis prehispánicas de la Isla, datadas entre el siglo el siglo XI y XV, fecha que coincide con el último periodo de existencia de los antiguos canarios. "El tejido esquelético es capaz de adaptarse a las cargas mecánicas que soporta de forma habitual, a través de diferentes medios, como son los cambios en la arquitectura del hueso, o los estudios morfológicos en los lugares de inserción de músculos, tendones y ligamentos, sobre los que fundamentamos nuestra línea principal de trabajo", indicó Santana.

El investigador desarrolló un método de cualificación de los diferentes estadios de robustez de los huesos para tener una imagen de aquellos movimientos o cadenas biomecánicas realizadas con mayor intensidad durante la vida. Con esa metodología se elaboró un atlas visual y descriptivo de cada grado y entesis (zona de inserción de los tendones, los ligamentos y las cápsulas articulares en el hueso).

"Estudiamos 40 entesis de los principales huesos de la extremidad superior (clavícula, húmero, cúbito y radio), porque esta extremidad es la que está más involucrada en todas aquellas actividades con las que la persona se relaciona con el medio, ya sea por una herramienta o con gestos técnicos relacionados con una actividad".

Los resultados de estos estudios muestran una sociedad compleja, caracterizada por las múltiples funciones que protagonizaron sus integrantes en la organización del trabajo, donde los hombres se hacían cargo de aquellas tareas que implicaban mayor esfuerzo físico.

"La información arqueológica y etnohistórica permite vincular a los hombres a empresas como la construcción, la tala de árboles, el acondicionamiento de los campos de cultivo... Otro de los ámbitos laborales donde fueron especialmente protagonistas tiene que ver el transporte de objetos y materias primas. Esta circunstancia revela no sólo una estrategia consolidada de división sexual del trabajo; supone, además, la posibilidad de contactos más asiduos con otras personas de diferentes unidades domésticas, ya porque se visitan específicamente los lugares de asentamiento o, en otros casos, porque concurren en ciertos espacios comunes".

Respecto a las mujeres, las evidencias científicas dibujan un cuadro donde son relegadas al ámbito doméstico, ocupándose de todas aquellas actividades que tienen que ver con la preparación de los alimentos, la fabricación de útiles domésticos y, probablemente, la atención a la prole y el cuidado de las personas que no se podían valer por sí mismas. "Era una sociedad asimétrica, desigual, y esto puesto en relación con estudios de paleodieta, donde vemos que las mujeres tenían un consumo mayor de productos agrícolas, nos hace pensar que el trabajo de la mujer estaba infravalorado con respecto al hombre y existía cierta explotación social de los hombres hacia las mujeres".

Otra de las aportaciones importantes de la tesis es el hallazgo de que existían especialistas laborales. "Al comparar los datos entre las diferentes necrópolis estudiadas, se observó que había individuos que realizaban actividades que no tenían nada que ver con las de la mayoría, como podría ser la elaboración de manufacturas (fabricación de cueros, cerámica...), aunque ésta es un área en la que aún tenemos que profundizar", indicó el investigador.

Son igualmente reseñables los vínculos que se dieron entre los patrones de actividad y las prácticas funerarias que recibieron los sujetos una vez muertos. En este caso, aquellas personas que fueron sepultadas en cista (monumento megalítico funerario individual) mostraban un grado de especialización laboral más importante. Por el contrario, los hombres que se enterraban en fosas y cuevas tenían un patrón de actividad menos especializado. En las mujeres no se aprecian estas diferencias.