La Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer de Gran Canaria celebra hoy el Día Mundial de la enfermedad con más fuerza y motivación que nunca: Tita Gil es el nuevo centro terapéutico de día de la organización para paliar su lista de espera. Ubicado en el antiguo Hospital Dermatológico de Tafira y cedido por el Cabildo, su apertura a principios de este mes llega después de una larga batalla por conseguir un lugar mejor equipado para atender las necesidades de 120 pacientes y sus familiares, y con un personal sociosanitario que lo respalda.

Tras 12 años en el reducido espacio del Centro de Fátima, la inauguración oficial de los nuevos 1.500 metros cuadrados será el 14 de noviembre. Se dividirán los pacientes en función del grado de la patología: la planta baja, para los severos, la intermedia para moderados, y la alta para los leves. Entre los tres niveles, este centro de día cuenta con nueve salas de trabajo en total, donde a su vez los enfermos reciben atención más personalizada en 23 mesas. Tres comedores, un gimnasio y 500 m² de jardín completan las instalaciones, reformadas a fondo para cumplir con la Ley de Dependencia.

Esta infraestructura por sí sola no podría funcionar sin el compromiso diario de las 63 personas que conforman el equipo sociosanitario y administrativo de Tita Gil: psicólogos, trabajadores sociales, fisioterapeutas, enfermeros, auxiliares de geriatría. Asimilar la enfermedad de sus seres más queridos, plantarle cara y orientarles son tareas fundamentales que consiguen las familias y cuidadores con ayuda, por ejemplo, de Juan Rafael García, jefe de Neurología del Hospital Insular y subdirector de la Fundación Nacional del Cerebro.

La mejor pastilla

Pero no cabe duda que el cariño marca la diferencia en sus vidas. "Poner la mano por los hombros a tu padre o madre todos los días, es la mejor pastilla en casa y en los centros de día", destacó Modesta Gil, presidenta de Alzheimer Canarias, y vinculada a ella desde hace dos décadas. Tita (sus colegas bautizaron el centro en su honor) cuenta que no todo es triste en la enfermedad.

Cuenta Gil que durante una tarea terapéutica para pelar ajos y separar sus cáscaras en un pote diferente, Tere, una paciente, estaba mezclando todo. Dos personas le indicaron la forma correcta de hacerlo, a lo que ella espetó: "Oiga, ¿usted sabe por qué estoy aquí? Es que yo tengo alzhéimer y usted es un majadero". "El paciente deja de ser el que era, y eso es lo más duro para la propia persona, porque se da cuenta de sus propias debilidades, y para la familia, por al principio creen que todo es una invención. Y cuando llegan a nosotros, ya es un poco tarde, quizás en una fase moderada de la enfermedad. Hay un 30%-40% de pacientes que no están diagnosticados. Por eso es tan clave el diagnóstico precoz en un paciente con una demencia, porque según el tipo que sea, así deberá comportarse la familia", subrayó García.

Durante el transcurso de la enfermedad, además de la pérdida de memoria, otras áreas se ven afectadas, como la del lenguaje, la orientación, el raciocinio, y hace que el paciente vaya perdiendo de esa forma habilidades adquiridas a lo largo de su vida como cocinar. Por ahora es incurable, pero hay tratamientos, además de los talleres de memoria, para ralentizar el deterioro y mantener la autonomía del paciente, como comer, bañarse, vestirse solo, contestar al teléfono. En la misma línea, también mejorar los trastornos de conducta (cuadros de irritación, deambular por la casa) que pueden surgir en cualquier momento. Una alimentación sana y ejercicio físico completan la terapia.