La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Un genio sin ADN

Miguel de Cervantes Saavedra (Alcalá de Henares, 1547- Madrid, 1616) no ha dejado huella genética a pesar de haber sido padre en dos ocasiones y de haber nacido en una familia numerosa de seis vástagos. "Será difícil cotejar el ADN de Cervantes porque no hay descendientes directos y los que tuvo no se sabe dónde están enterrados, a excepción de su hermana Luisa", lamenta Fernando Prado Pardo-Manuel de Villena. Solo existen sucesores de uno de sus hermanos, Rodrigo, quien falleció en la Batalla de Las Dunas en 1660. "Parece poco probable que el ADN de uno de estos lejanísimos descendientes vaya a coincidir" con el del genial escritor, añade con total realismo el historiador.

La posibilidad de analizar los restos de su hermana Luisa de Cervantes, enterrada como religiosa en el convento de las Carmelitas Descalzas de Alcalá de Henares en 1623, se presenta a Prado "descabellada". La monja está en una fosa común abierta durante la Guerra Civil y sus restos descansan con al menos otras 200 hermanas de congregación. "Si cada cuerpo contiene 200 huesos y en esa fosa hay al menos 200 monjas, imagínese lo que costaría hacer el ADN a todos esos restos cuando una muestra sale a 400 euros", inquiere uno de los impulsores de este cultural proyecto.

Cervantes tuvo un hijo "con una señora de Nápoles" a la que llama Silena en el capítulo VIII de su Viaje al Parnaso. La criatura, a la que llamaron Promontorio, nació en 1575 y poco más se sabe de él. En 1584 nació en Madrid otra hija del escritor, Isabel de Cervantes, cuya madre se llamaba Ana Franca de Rojas.

La niña, a la que Millán Astrana llama "hija de pelícano", nunca se ocupó del padre. Ya de mayor se casó con Diego Sanz del Aguila, que falleció a los dos años, en 1608. Luego se entregó a Luis de Molina, quien había sido compañero de celda en Argel de Miguel de Cervantes. Cansada de Molina, la díscola Isabel tuvo amores adúlteros con su primo Juan de Urbina y Cortinas, secretario de los Príncipes de Saboya, y dio a luz a Isabel de Urbina, quien sería nieta de Cervantes, pero que falleció de niña en Madrid.

Con Catalina de Palacios y Salazar, la única mujer que desposó Miguel de Cervantes, no tuvo descendencia.

Compartir el artículo

stats