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Con nota de 10 y sin plaza en Educación

Helena Talavera se queda a las puertas de un puesto de funcionaria docente pese a sus dos 10 en la oposición

Con nota de 10 y sin plaza en Educación

Sacar un 10 de nota en una oposición, ni siquiera dos, asegura ya obtener una plaza en una convocatoria de empleo público. Helena Talavera, de 31 años, una maestra especialista en Educación Infantil, además de licenciada en Psicopedagogía, sabe muy bien qué es quedarse a las puertas de conseguir una plaza de funcionaria docente en las oposiciones convocadas por la Consejería de Educación.

Y eso pese a ser la candidata con la mejor nota de la especialidad de todos los tribunales de Canarias, en la fase de oposición, que evaluaron a los aspirantes que optaban a una de las 89 de Educación Infantil. Un caso, el de Helena, inédito.

Un 10 en el primer examen y otro 10 en el segundo resultaron igual a un 10 en la fase de oposición, la primera de una convocatoria que resolvió Helena de la mejor de las maneras. A ella le siguió la de méritos, la segunda fase, en la que obtuvo solo 3,3 puntos.

Muchos méritos presentados que no fueron acreditados por no estar en el baremo de la convocatoria hicieron posible el descalabro final: 7,8 puntos de nota definitiva y el puesto octavo en el listado de asignación de plazas. En el caso de su tribunal solo la lograron los candidatos que quedaron en los tres primeros puestos.

"Siento una decepción tremenda por un sistema de selección claramente injusto que no aboga por la innovación en la enseñanza", explica Helena, a la que aún el enfado le hace renegar de siquiera plantearse la posibilidad de volver a presentarse a otras oposiciones.

Se las preparó a conciencia durante casi cinco meses, de lunes a domingo, dedicando las tardes y noches cuando salía del trabajo en una escuela privada en la que está empleada desde hace un año. Los sábados y domingos otras doce horas frente al material de estudio, siguiendo las indicaciones de la profesora de la academia que la ayudó a prepararse las pruebas.

Al final se frustraron meses de estudio, esfuerzo, dinero (se gastó en la academia unos 1.000 euros), muchas expectativas y una clara convicción de que podía lograr ingresar en la función pública docente para trabajar en lo que le gusta: la innovación en la escuela.

En ese modelo de docencia alternativa y en su especialidad lleva trabajando en los últimos años. Y se formó con empeño tras salir diplomada y licenciada, en 2009 en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, en centros de Ecuador, País Vasco y Barcelona. "Era consciente de que lograr una plaza era muy difícil porque había muy pocas", reconoce. Pero empezó a verlo posible cuando llegó la nota de la primera prueba. Ya en la realidad admite: "Nunca pensé que iba a sacar un 10 y que con esa nota no conseguiría la plaza".

El sistema de calificación final se reparte entre los dos tercios que aporta la nota obtenida en la fase de oposición y, el tercio restante, por la valoración y cómputo de méritos. "No he presentado una denuncia. Todo lo que ha ocurrido está recogido en la convocatoria. Tampoco pienso que el tribunal haya favorecido deliberadamente a los aspirantes que trabajan para la Consejería. El mío fue muy profesional. ¿Qué puedo decir de él si sus miembros valoraron mi trabajo con la máxima calificación posible?", dice la maestra.

Sin embargo, Helena cree que su caso debe mover a la reflexión. "El problema no son los interinos que trabajan en el sistema público. Ellos quieren, como el resto de los opositores, conseguir su plaza. El problema es el modelo de acceso".

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