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La marcha de las mil sonrisas

Las asociaciones de autistas se movilizan para reclamar que se respeten los derechos adquiridos

Las personas que padecen un trastorno del espectro autista presentan unas serie de dificultades a la hora de relacionarse y comunicarse. Los síntomas de este síndrome pueden oscilar desde leves hasta los severos, pero todas estas personas comparten una virtud: son buenas por naturaleza. Tanto es así que son incapaces de distinguir cuando se les escatima unos derechos que les corresponden por ley. "Por eso somos nosotros, las personas de su entorno, las que tenemos que pelear y exigir estos derechos, porque ellos no comprenden el mal y si padecen un abuso, lo hacen en silencio", aseguró ayer Víctor Galván, presidente de la Asociación Asperger de Canarias (Aspercan), antes de añadir que: "por desgracia en este país todavía tenemos que pelear, y mucho, para que estas personas reciban las ayudas que les corresponden".

A partir de esta denuncia y una petición de respeto se desarrolló ayer la marcha que antecede al Día Mundial de Concienciación sobre Autismo en Las Palmas de Gran Canaria que se conmemora hoy. Ayer, la manifestación partió del Parque de San Telmo pasadas las seis de la tarde para recorrer la calle Triana, alimentada por la presenciad de unas mil personas ataviadas con unas camisetas azules en las que se leía un lema común: 'Inclusión, tolerancia y respeto'.

La Asociación Asperger de Canarias (Aspercan), la de Padres de Niños Autistas de Las Palmas (Apnalp), la Asociación Canaria de Personas con Trastornos Generalizados del Desarrollo (Actrade) y la de Padres de Alumnos con Discapacidad en Aulas Enclave de la provincia de Las Palmas (Apaelp) organizaron esta iniciativa, con el apoyo del Ayuntamiento capitalino -representado por el concejal Jacinto Ortega- y el Cabildo de Gran Canaria -con la presencia de Elena Máñez, consejera de Política Social y Accesibilidad.

Víctor Galván, nuevo presidente de Aspercan, explicó que un gran porcentaje de los beneficiarios no reciben las ayudas que les corresponden si las personas de su entorno no las pelean. "Ellos no son capaces de reclamar sus propios derechos porque, por su naturaleza, entienden que todo lo que se hace está bien hecho y sufren en silencio", expuso, antes de recordar que los derechos fundamentales de toda persona deben ser respetados.

Galván asegura que muchas veces "se saltan a la torera" estos derechos en el espacio educativo y en el sanitario. "Nos está costando mucho pero poco a poco se ven avances para que estos derechos sean reconocido sin la necesidad de tener que reclamarlos", apuntó para destacar la atención que deben recibir ante sus dificultades de interacción social. "Tienen derecho a tener un traductor en un centro sanitario y que la sociedad tenga herramientas para entender la manera en que expresan su situación", planteó como ejemplo. Además, lamentó que las ayudas económicas sean escasas. "Las familias están desamparadas", acabó.

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