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Mensaje recibido

En el 50 aniversario del Día de la Tierra, a la lucha contra el cambio climático se suma en vanguardia la necesidad de preservar los entornos naturales

Imagen compuesta de los cinco continentes captada por el satélite Terra (EOS AM-1). LP/DLP

Tierra vivió ayer las horas más solitarias, y unas de las más tristes, de los 50 años en los que se celebra su día para concienciar sobre la superpoblación y la conservación de su biodiversidad, una idea que partió de Gaylord Nelson, senador estadounidense, que eligió el 22 de abril para lograr la participación del mayor número de jóvenes, atendiendo al calendario escolar.

Pero no hubo ayer ni masivos maratones en las calles, aunque los hubo virtuales, ni cadenas humanas de hasta 800 kilómetros como la que festejó su 30 aniversario en Francia, ni montañeros reconquistando el Everest para limpiar sus residuos.

El planeta enfermo, que ha contagiado la patología a los 7.800 millones de habitantes que lo pueblan, no está para fiestas, ni siquiera para aquellas que le defienden. Un globo exhausto que pende de un equilibrio prodigioso en el que cualquiera alteración del continente repercute en el contenido, que flota a la distancia justa para preservarnos de las temperaturas, que rota sobre su eje a la velocidad exacta para entregar otoños y primaveras, que regala un campo magnético perfecto para bloquear la radiación solar, pero que cada vez mueve su atmósfera con menos precisión por la inyección de contaminantes que desafían su física, elevando mares, desertificando y abriendo más zonas naturales para remendar la anomalía y la falta de cultivos.

Abriendo trocha, abriendo selva y desplazando a las especies, las que van quedando en esta considerada como la sexta extinción masiva de invertebrados, en la que han desaparecido 332 especies desde 1500 pero con un incremento exponencial en los últimos años.

Es la "defunción del antropoceno", como la denomina desde 2014 el biólogo Rodolfo Dirzo, de la Universidad de Standford. En un estudio sobre el hábitat de 177 especies de mamíferos realizado en 2017, publicado por National Geographic, se concluía que todas habían perdido el 30% de sus territorios, y un 40% se le reducía o fragmentaba en un 80%.

Lo que hasta antier no dejaba de ser un exotismo, el de la preservación de la fauna frente a coyunturas más visibles, globales e inmediatas, como esa lucha contra el cambio climático, toma protagonismo de primera línea. Y precisamente con motivo del Día de la Tierra, la Organización de las Naciones Unidas, lanzaba ayer un mensaje que daba en la diana del coronavirus, ese caos que trajo el futuro al presente: el del meteorito invisible que viene del espacio que pueblan los animales salvajes, su entorno por derecho.

Titulado 'Cuando la Madre Tierra nos manda un mensaje' recuerda las últimas entregas de catástrofes, que se han venido hilvanando casi un día tras otro en el último año, como los incendios de Australia, que en Gran Canaria los tuvimos en nuestro formato del pasado agosto; los mayores registros de calor terrestre, y que recuerda a raros episodios meteorológicos como la brutal e insólita calima de hace dos meses; o la peor invasión de langostas del Cuerno de África, de dimensiones bíblicas.

Para rematar la estafeta con una profecía con retardo: que una nueva enfermedad infecciosa emerge en los humanos cada 4 meses y el 75% provienen de animales: "Recordemos más que nunca necesitamos un cambio hacia una economía más sostenible que funcione tanto para las personas como para el planeta. Promovamos la armonía con la naturaleza y la Tierra".

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