El primer estudio del Instituto Nacional de Toxicología sobre las muertes por suicidio, que recoge los datos de 2019 (cuando hubo 3.671 suicidios, aunque se han analizado 1.822 casos), refleja que el 22% de las personas que se quitaron la vida no dieron positivo en el análisis forense sobre la presencia de fármacos o drogas, lo que indica que «no estaban en tratamiento médico pautado o no lo seguían», según explicó ayer Carmen Jurado, coordinadora del informe. Y el porcentaje sube al 35% si se excluyen los que en el momento de la muerte habían bebido o consumido drogas pero no medicamentos que indiquen que seguían un tratamiento, precisó la experta.

En el lado contrario se sitúan los que sí consumían fármacos: el 77,8%. De ellos, más del 80% mezclaban preparados de diversos tipos. «El policonsumo es un problema que no solo se da en el suicidio, lo vemos en más estudios toxicológicos», subrayó Jurado, quien explicó que algunas de las personas que se quitaron la vida en 2019 consumían cinco o más grupos de medicamentos.

Asimismo, la investigación señala que casi la mitad de los casos positivos habían consumido benzodiacepina (47,8%) y el 40,2%, antidepresivos.

El 86% de las mujeres habían tomado medicamentos, frente al 74,5% de los hombres, lo que constata que está más extendido el consumo de antidepresivos, relajantes u opioides entre las mujeres que entre los hombres. Sin embargo, los hombres llevan más a cabo el acto de quitarse la vida. En 2019, el 73,1% de los suicidios fueron cometidos por ellos y 26,9% por féminas. Y por edades, la mayor incidencia se ha detectado en las personas de entre 40 a 60 años. En 2020 el porcentaje de suicidios en el total de decesos violentos subió al 43,4% .